domingo, 31 de mayo de 2015

Ser dulce fruto de la voluntad de Dios. Juan Taulero #Marref





¿Quién, hoy en día, quiere ser fruto de la Voluntad de Dios? Pocos en estos momentos, ya que pensamos que debemos ser frutos de nosotros mismos. Queremos que los demás crean que somos consecuencia de lo que queremos ser y de nuestra voluntad. Nos encanta dar la apariencia de ser personas que se han construido a sí mismas, pero tenemos un miedo terrible a que se profundice en lo que realmente somos. Por desgracia, la postmodernidad nos está llevando a ser productos de marketing, todo apariencia y campaña de publicidad, pero vacíos por dentro. Seres incapaces de juzgar, discernir, pero con gran capacidad de aparentar.

Esto se puede generalizar y darnos cuenta que toda la sociedad se mueve por apariencias, por simulacros que aceptamos, aunque sabemos que son falsos. La política es una de esas apariencias que todos sabemos que está vacía, pero nos aferramos a ella como si fuera la salvación personal y colectiva. Nos aferramos al activismo que busca aparentar y crear opinión, pero olvidamos que en la guerra de apariencias el cristianismo tiene todas la de perder. 

Nuestra vida debe ser fruto de la Voluntad de Dios y no apariencias que vender a los demás. Todos conocemos esas manzanas rojas, espléndidas,  apetitosas, que cuando se muerden están amargas y secas por dentro. Dios no quiere que quedemos en simples apariencias, quiere que nuestro ser sea un fruto dulce y lleno de beneficios para los demás. 
Los pies de la vid se ligan, se escalonan, se doblan los sarmientos de arriba abajo, se les ata a algo sólido para sostenerlos. Por ahí se puede comprender la dulce y santa vida y la pasión de Nuestro Señor Jesucristo que, en todo, debe ser el sostén del hombre de bien. El hombre debe ser curvado, lo que en él hay de más alto debe ser abajado, y debe abismarse en una verdadera y humilde sumisión, desde lo profundo de su alma. Todas nuestras facultades, interiores y exteriores, tanto las de la sensibilidad y de la avidez como nuestras facultades racionales, deben ser ligadas, cada una en su lugar, en una verdadera sumisión a la voluntad de Dios. (seguir leyendo)

domingo, 24 de mayo de 2015

Espíritu Santo, sálvanos como Iglesia y sociedad.J Ratzinger S. Juan Crisóstomo


¿Qué fue Pentecostés? Al igual que la resurrección de Cristo venció la caída de Adán y Eva, Pentecostés fue la superación de la Torre de Babel. Las construcciones humanas no pueden nunca llegar a Dios, ni a la Verdad. Cuando creemos en nuestra autonomía de Dios, perdemos el contacto con Él y pasamos sufrir las consecuencias.


Hoy en día vivimos la construcción de muchas Torres de Babel. Algunas dentro de la Iglesia, pero la mayoría son construcciones ideológicas de la sociedad con el objeto de dominarnos y hacernos sufrir. El lenguaje es el campo de batalla. Ya no podemos comunicarnos de forma clara, porque las palabras han ido cambiando de significado, lenta e inexorablemente. Hablar de matrimonio es hablar de un contrato civil con capacidad de revocarse en cualquier momento. Esto hace que cada vez menos personas deseen casarse, ya que el matrimonio se ha convertido en un simulacro oficial, que esconde una relación temporal. Para eso mejor convivir y que el estado no te tenga vigilado. Tampoco hay una relación directa entre matrimonio y familia. Tampoco los niños tienen razón de tener un padre y una madre. Como me decía hace unas horas una chica en Twitter, todo depende de “cómo definamos padre y madre”.

Dialogar no compromete a quienes lo hacen al respeto mutuo, sino al respeto de lo que estima es “políticamente correcto” y está bien visto por los grupos de presión progresistas. Es posible invocar los derechos humanos para denigrarte mientras se les llena la boca de legalidad y derechos de unos sobre otros. Por desgracia, todo derecho no natural, termina siendo un privilegio de un grupo de personas sobre otro. Hoy en día ya sabemos quienes ganan derechos en contra de nosotros.

Pentecostés: viento  y  fuego  del  Espíritu  Santo  fundan  la  Iglesia.  Esta  no  nace  de  una  decisión autónoma, ni es producto de una voluntad humana, sino creación del Espíritu Santo. Este  Espíritu  es  la  superación  del  espíritu  babilónico  del  mundo.  La  voluntad humana de poder como se expresa en Babilonia tiende a la uniformidad, pues se trata de dominar y de someter, y por eso precisamente suscita odio y división. En cambio, el Espíritu de Dios es Amor, y por ello suscita reconocimiento y crea unidad, en la aceptación  de  la  diversidad  y  la  multiplicidad  de  lenguas  se  comprenden recíprocamente. (J. Ratzinger. La Iglesia, 3)

Hoy en día se entiende que la diversidad es un valor. Por desgracia esto ocurre hasta dentro de la Iglesia. Un aparente valor que se utiliza para separarnos y discriminar. La diversidad es una realidad que debe ser iluminada por el Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo no une en fraternidad a la diversidad, los dones del Espíritu no pueden fructificar. Los carismas son regalos de Dios para que los utilicemos en beneficio de la comunidad.

Oye cómo habla  Pablo  y  cómo  pone  la  virtud  por  encima  de  los  milagros: Emulad —dice— los carismas del espíritu. Y aún os quiero mostrar un camino de todo punto excelente (1 Cor 12,31). Y cuando viene a describirnos ese camino, no nos habla ni de resurrección de muertos, ni de curación de leprosos, ni de cosa semejante. En lugar de todo eso, pone el Apóstol la caridad. (San Juan Crisóstomo. Homilía 32 sobre el Evangelio de San Mateo)

domingo, 17 de mayo de 2015

Los frutos de la oración. San Bernardo


 En nuestra sociedad actual, la oración resulta algo incomprensible. Pararse a realizar monólogo parece una perdida de tiempo colosal. En todo caso, lo que se nos dice es que tenemos que ser activistas que tomen las calles o llenen las redes de hashtags. Hoy domingo se celebra la Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales, en las que la Iglesia tiene mucho que aportar. 

La comunicación social está íntimamente relacionada con la evangelización y también con la oración. La oración es más fuerte que la mejor campaña de marketing eclesial que podamos planear y financiar. La oración nos acerca a la Voluntad de Dios, de manera que nuestras acciones estén en línea con lo que Él quiere de nosotros.
 
Cada vez que hablo de la oración, me parece escuchar dentro de vuestro corazón ciertas reflexiones humanas que he escuchado a menudo, incluso en mi propio corazón. Siendo así que nunca cesamos de orar ¿cómo es que tan raramente nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que salimos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que sea, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. (seguir leyendo)

domingo, 10 de mayo de 2015

Política, Verdad y ser humano. Benedicto XVI


La sociedad es como un jarrón al que una pelota de golf hizo estallar en pedazos (trozos, partidos). Cada trozo lucha por ser el que mande y reconstituya la sociedad a su imagen. Sin gana el trozo del cuello del jarrón, nos quedamos sin fondo. Si gana un asa, todo lo demás parece sobrar. Lo cierto es que el jarrón sólo es útil cuando está completo y no se excluye ninguna parte. La naturaleza herida por el pecado (la pelota) del ser humano sólo puede ser restaurada por la Gracia de Dios. 

Nuestro mundo tiene gran necesidad de justicia (unidad, coherencia, sentido), las ideologías ofrecen reducir o hacer desaparecer, el sufrimiento obligando a que la sociedad se ajuste a sus ideales y al ser humano, a que se ajuste al modelo que propugnan. Pero la necesidad de justicia nunca se llega a abordar de verdad. En los países con mayor riqueza no hay problemas de alimentación, pero la depresión, la violencia y el desprecio a los semejantes, evidencian que el ser humano no encuentra la felicidad desde la riqueza. Cuanto más avanzada y rica es una sociedad, las familias son menos estables y las personas padecen más la soledad. Dejamos de necesitarnos unos a otros y eso nos hace ser menos humanos. Donde hay riqueza, el amor, la caridad, se sustituye por servicios sociales, derechos vacíos y capacidad de compra. No hay amor sin verdad. 

La caridad en la Verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en su vida de muchas maneras, aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visión de la existencia que antepone ante todo, la productividad y la utilidad. El ser humano está hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimensión trascendente. A veces, el hombre moderno tiene la errónea convicción de ser el único autor de sí mismo, de su vida y de la sociedad. Es una presunción fruto de la cerrazón egoísta en sí mismo, que procede —por decirlo con una expresión creyente— del pecado de los orígenes(Seguir leyendo...)

domingo, 3 de mayo de 2015

¿Libertad o liberalismo? ¿Cumplir o amar? San Agustín

Los católicos del siglo XXI tenemos una visión un tanto simplicista y procedimental del pecado. Entendemos el pecado como una acción u omisión de determinadas reglas escritas que no terminamos de entender. Algunas de las normas, a lo sumo, se comprenden desde el “ojo por ojo” mosaico.Nadie quiere que le maten ni que le roben. Si nos mienten por “nuestro bien” nos parece aceptable. Todo lo demás nos parece estratosférico y normalmente lo ignoramos. Pero el pecado no es sólo cumplimiento de determinadas normas. 



Por mucho que leamos o escuchemos su Palabra (Cristo) no llegamos a entender nada. San Gregorio de Nisa entendía el pecado como una rebeldía contra nuestra propia libertad. Cuando la libertad se torna en opcionalidad, optatividad, pierde el sentido de sí misma: la selección consciente del bien. Si no somos capaces de entender a Dios que habla a través de nosotros mismos ¿Cómo lo vamos a entender cuando habla fuera de nosotros? 


San Basilio entendía el pecado como una “abulia”, es decir como un desentendimiento consciente de la propia voluntad, un embrutecimiento que nos impide escuchar y entender a Dios  (Seguir leyendo...)
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