domingo, 7 de diciembre de 2014

Adviento: ¡Dios te ama sin medida! Benedicto XVI


El evangelio de hoy nos muestra a Juan el Bautista que predica en el desierto: “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. ¿Qué prediga? La Esperanza que parte del amor incondicional de Dios. Esperanza que nos hace gritar de júbilo, porque sabemos que el Señor nos ama infinitamente. Esperanza que se sostiene en la sólida roca de la fe. Dios nos ama, con tal fuerza, que envió a su propio Hijo a morir por nosotros.

Es más, Dios ha revelado que su amor hacia el hombre, hacia cada uno de nosotros, es sin medida: en la Cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra en el modo más luminoso hasta qué punto llega este amor, hasta el don de sí mismo, hasta el sacrificio total. Con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad para volver a llevarla a Él, para elevarla a su alteza. La fe es creer en este amor de Dios que no decae frente a la maldad del hombre, frente al mal y la muerte, sino que es capaz de transformar toda forma de esclavitud, donando la posibilidad de la salvación. Tener fe, entonces, es encontrar a este «Tú», Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a la eternidad, sino que la dona; es confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe bien que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados en el «tú» de la madre. Y esta posibilidad de salvación a través de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres. (Benedicto XVI. Audiencia general. 24 de octubre de 2012)


El viernes, en una reunión de matrimonios católicos, nos preguntamos por la razón de la desesperanza que existe en el mundo. ¿Por qué hay tantas personas que viven la Navidad con tristeza? La respuesta tiene que ver con los seres queridos que han muerto y no tenemos esperanza de volver a ver. (Seguir leyendo)

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