martes, 29 de julio de 2014

El Símbolo como herramienta de comunicación


¿Para qué necesitamos los símbolos en un siglo donde la comunicación es tan inmediata y rápida que podría se utilizada para explicar en vivo cualquier cosa? Los símbolos parecen algo del pasado. Parecen algo que no terminamos de comprender. Muchas personas se preguntan ¿Por qué no decir las cosas claras y dejarnos de “tapujos” y “misterios”. ¿Para qué necesitamos los símbolos en pleno siglo XXI? 

El ser humano es un ser simbólico que utiliza una diversidad de herramientas y métodos para comunicarse con otras personas. Entre estos métodos-medios de comunicación están los símbolos. En el cristianismo, los símbolos se utilizan para comunicar Misterios. Es decir, aquello que supera la capacidad de comunicación verbal inmediata y para penetrar en ello, necesitan símiles, acercamientos, pistas, que tendremos que reflexionar durante toda la vida. Los símbolos no son elementos estáticos, muertos o cotidianos. 

El símbolo comunica al hombre su contenido que, precisamente porque es vivo y ligado a la vida, se presenta al principio como un fluido, como algo dinámico, palpitante pero acategorial. Sólo en un segundo tiempo empieza a interpelar a todo hombre y le pide una colaboración, pidiendo ser descifrado, descodificado, pensado, reflexionado, precisado, también racionalmente. El símbolo exige, por lo tanto, una participación activa a quien se deja implicar en el proceso que pone en acto. (M. I. Rupnik. Teología de la Evangelización desde la Belleza, Consecuencias para la Teologíala Acción Pastoral, 3) 

La Nueva Evangelización debería incluir una fuerte alfabetización simbólica, empezando por las personas participamos...    Seguir leyendo

domingo, 27 de julio de 2014

El ocaso del simbolismo cristiano. Clemente de Alejandría

Vivimos tiempos complejos. Tanto en nuestra vida personal como social, hemos perdido el sentido del orden, armonía, proporción y belleza. La sociedad nos dice que todo lo que nos rodea es casual y por ello no es necesario que entendamos las razones que hay detrás de lo que existe. Con vivir la vida es suficiente.

Si no tenemos en cuenta el sentido de la vida que vivimos ¿Cómo plantearse la existencia de otra vida después de esta? Si todo lo que vivimos lo entendemos como casualidad ¿Cómo entender una vida que no se ajuste a la inmediatez y lo placentero?

Cuando leemos el texto del evangelio de hoy domingo nos encontramos con varias parábolas breves que hablan del Reino de Dios. ¿Cómo podríamos entenderlas si despreciamos toda sugerencia de orden dentro de nuestra vida. Encima, estas parábolas terminan con una seria advertencia de Cristo: “…vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?" ¿Comprendemos esto?

El Cristo de nos advierte de una manera que es inadmisible en la postmodernidad que vivimos. Incluso el cristianismo ha asumido el mismo discurso buenista de la sociedad que nos rodea ¿Cómo un Dios misericordioso puede decirnos que podemos ser arrojados al horno ardiente? ¿Cómo se atreven la Sagradas Escrituras a señalarnos que existe un final y que puede ser desagradable? ¿No nos dicen nuestros pastores que lo que tenemos que buscar es ser buena gente sin más? ¿El demonio, el pecado y el infierno no fueron ya abolidos por aclamación popular?

domingo, 6 de julio de 2014

Os colocaré en una completa paz. San Juan Crisóstomo

El Evangelio de hoy da pié a una reflexión personal sobre la misión evangelizadora de la Iglesia, que hoy en día se está concretando a través del paradigma de la Nueva Evangelización.

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. (Mateo 11,25-30)

La Nueva Evangelización es un llamado a volver a comunicar el Evangelio a una sociedad, que lo ha olvidado o lo utiliza de forma sesgada. Me da la impresión de que a veces se nos olvida qué es el Evangelio, lo que no ayuda a comunicarlo a otras personas.

El Evangelio es la Buena Noticia que Cristo comunica y a través de la cual nos invita a que, una vez la hayamos recibido en nosotros, la comuniquemos a los demás. Pero ¿Es para nosotros una buena noticia? En pleno siglo XXI ¿Qué nos aporta de bueno y de novedoso? Tal vez si entendemos las razones por las que el mensaje de Cristo no nos mueve ni nos conmueve, entendamos la razón de nuestra incapacidad para comunicarlo y recibirlo. (seguir leyendo)
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