viernes, 27 de mayo de 2011

El principio de la vida cristiana: fe y bautismo

Vuelvo hoy al texto de San Gregorio de Niza, ya que tiene muchos elementos sobre los reflexionar y  encontrarnos con Cristo y la Iglesia:

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Sabemos muy bien que entre ustedes la regla de la piedad está establecida en la recta doctrina. Ustedes creen firmemente que hay un solo Dios en bienaventurada y eterna Trinidad. Este Dios no sufre absolutamente ningún cambio, sino que debe ser pensado y adorado en una sola esencia, una sola gloria y una voluntad idéntica en sus tres hipóstasis. Hemos recibido esta confesión de muchos testigos, y la proclamamos nosotros también, para gloria del Espíritu que nos lavó en la fuente del sacramento.

Sabemos que esta profesión de fe, piadosa y sin error, firmemente establecida en el fondo del alma, la tenemos en común con ustedes; y conocemos el impulso de ustedes y la ascensión de sus actos hacia el bien y la beatitud; por eso nos limitaremos a escribirles algunos breves principios de instrucción. Los elegimos entre los escritos que nos dio el Espíritu, y en muchos lugares mencionamos las mismas palabras de la Escritura, para apoyar lo que decimos sobre su autoridad y para manifestar que le estamos subordinados. Así no tendremos la impresión de abandonar la gracia de arriba para producir nosotros mismos las elucubraciones ilegítimas de un pensamiento bajo y sin valor, ni de forzar con las filosofías del exterior nuestros ejemplos de piedad, para introducirlos subrepticiamente en la Escritura después de haberlos hecho brotar de una vana presunción.(San Gregorio de Nisa, La Meta Divina y la Vida Conforme a la Verdad Cap 2, fragmento)

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La humildad de San Gregorio de Niza (330-400) nos indica cómo hemos de cuidar y venerar la Tradición de la Iglesia. Esta Tradición se recibe y se guarda como un tesoro, ya que es a través de ella, cómo podemos entender con certeza la Palabra de Dios y a la Iglesia.

Hoy en día tenemos la tendencia a creernos mejores que los propios Apóstoles e incluso que Cristo mismo. Nos arrojamos la capacidad de re-interpretar todo el legado cristiano para re-crear con libertad absoluta nuestra religión. 

Así aparecen con tanta facilidad "cristos personales" e "iglesias personales" creados a la medida de cada cual. Lo malo no es que aparezcan, sino que cada cual decide defender su "cristo personal" y su "iglesia personal" como el verdadero Cristo y la verdadera Iglesia.

El Reino de Dios solo puede venir a nosotros si estamos unidos y formamos una verdadera y única comunidad. Pensar que Dios quiere de nosotros es que cada cual piense y entienda lo que quiera, es impedirnos a nosotros mismos actuar sobre el mundo con coherencia.

Muchas veces me han preguntado por lo extraña "oración llamada Credo". En ella no se piden nada, ni se alaba, ni se ofrece nada a Dios. Es triste que tantas personas católicas, incluso practicantes y comprometidas, no sepan que el Credo no es una oración. El Credo es la profesión de nuestra Fe. Es decir, una manifestación pública y comunitaria de todo lo que nos une y fundamenta el Reino de Dios.

sábado, 21 de mayo de 2011

La Meta Divina

Si alguien aleja un poco del cuerpo la facultad de conocer, si se libera de la servidumbre de sus impresiones irracionales, y mira su alma desde arriba por medio de una reflexión sincera y pura, ése verá claramente en su misma naturaleza la caridad de Dios para con nosotros, y la voluntad del Creador hacia nosotros. En efecto, por medio de esta reflexión encontrará que existe en el hombre el impulso connatural e innato de un deseo que lo lleva hacia lo bello y lo excelente; y que existe en su naturaleza el amor impasible y feliz de esta "Imagen" inteligible y bienaventurada cuya imitación es el hombre.

Pero si el alma está despreocupada y no se mantiene en guardia contra sus distracciones, una carrera errante, de una a otra de las cosas visibles y efímeras va a seducirla y a encantarla. Con una pasión descabellada y un amargo placer la arrastrará hacia un mal temible, que nace de las voluptuosidades de la vida, y que engendra la muerte para cualquiera que se prenda de ellas.

Ahora bien, la gracia de nuestro Salvador concede, a aquellos que la reciben con un ardiente deseo, un remedio salvífico para sus almas: el conocimiento de la verdad. Por ella, la carrera errante que encantaba al hombre termina; el sentido menospreciable de la carne se apaga; el alma es conducida hacia lo divino y hacia su propia salvación por medio de la luz de la verdad: recibe la revelación del conocimiento.

Con magnanimidad, ustedes se decidieron a recibir este conocimiento. Con generosidad, ustedes dan riendas sueltas al amor de Dios, según la misma naturaleza que Dios quiso atribuir al alma. En sus actos ustedes cumplen en común lo que es propio a la "vida apostólica." Desean de nosotros una palabra que les guíe y les conduzca sin rodeos en el viaje de la vida, mostrándoles con precisión cuál es la meta de esta vida para aquellos que participan de ella — cuál es la voluntad de Dios, buena, favorable y perfecta -; cuál es el camino hacia esta meta, y cómo deben comportarse los unos hacia los otros que la recorren — cómo los superiores deben dirigir el "coro filosófico" -; y que trabajos deben asumir aquellos que quieren alcanzar la cumbre de la virtud y preparar dignamente su alma para la venida del Espíritu. (San Gregorio de Nisa, La Meta Divina y la Vida Conforme a la Verdad Cap 1, fragmento)

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San Gregorio nos habla en esta introducción de su obra “la Meta Divina” de dos elementos: la tendencia natural del ser humano hacia lo bello que es reflejo de Dios y  la Gracia, que nos lleva hacia el conocimiento de la Verdad que es Dios mismo.

San Gregorio habla a aquellos que han pedido conocer qué es el cristianismo y que deben prepararse durante un buen tiempo para poder ser bautizados y recibir la Eucaristía. ¿Hemos sido también nosotros llamados? ¿Hemos decidido recibir este conocimiento? ¿Hemos dado rienda suelta al amor de Dios? ¿Deseamos la palabra que nos guía a conocer por precisión la meta de la vida?

Quizás hoy en día damos por sentado demasiadas cosas y nos parecen irrelevantes tantos misterios que se guardan dentro de la Iglesia. ¿Qué nos ha pasado?

Tal vez nos falte oración, reflexión profunda sobre nuestra vida, capacidad de escucharnos a nosotros mismos. Vivimos por caminos trazados y con objetivos marcados de antemano por políticos, sociólogos y expertos en marketing. ¿Dónde podemos encontrarnos con estas preguntas?

Nunca es tarde para plantearnos estas reflexiones. 

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Señor, danos sed de beber el agua de la vida eterna
y que sólo Tu nos puedes ofrecer.
Danos necesidad de conocer más
de Ti y profundizar en tu Palabra
Amén.

jueves, 19 de mayo de 2011

¡Ya estamos en la segunda mitad de mayo!

Estamos en la segunda mitad de Mayo y no he tenido cabeza ni tranquilidad para escribir algo de Nuestra Señora la Virgen María, en su mes. Voy a solucionarlo.

Gracias al P Javier por incluir este estupendo video en su blog Corazón eucarístico de Jesús.

Comparto con ustedes este breve pasaje de San Ambrosio de Milán:

Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la castidad con una pureza intachable.

Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador.

El Señor, en efecto, es engrandecido, según puede leerse en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor. No porque con la palabra humana pueda añadirse algo a Dios, sino porque él queda engrandecido en nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y, por esto, el alma que obra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuya semejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, también la misma alma queda engrandecida por una mayor participación de la grandeza divina. (San Ambrosio de Milán, tratado sobre Evangelio de San Lucas)

Proclamar la grandeza de la más perfecta criatura creada por Dios, es al mismo tiempo proclamar la misericordia, amor y cercanía que el Señor nos dona todos los días. Por medio de María somos más conscientes de Cristo. Gloria al Señor.

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Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Has venido a acabar con nosotros?


Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo”. Este espíritu no podía soportar la presencia del Señor; se trataba de ese espíritu impuro que había llevado a todos los hombres a la idolatría… “¿Qué acuerdo había entre Cristo y Satán?” (2C 6,15); Cristo y Satán no podían estar de acuerdo el uno con el otro. “Se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros?” El que así se exclama es un individuo que habla en nombre de muchas personas; eso da a entender que tiene conciencia de ser vencido él y los suyos.

“Se puso a gritar: ‘¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios’”. Atormentado y a pesar de la intensidad de los sufrimientos que le hacen gritar, no ha abandonado su hipocresía. Esconde el decir la verdad, el sufrimiento le aprieta, pero la malicia le impide decir toda la verdad: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret?” ¿Por qué no reconoces al Hijo de Dios? ¿Es este hijo de Nazaret el que te tortura, y no el Hijo de Dios?...

¿Acaso Moisés no era un santo de Dios? E Isaías y Jeremías, ¿no eran santos de Dios?... ¿Por qué no les has dicho: “Sé quién eres, santo de Dios”?... No digas “Santo de Dios” sino “Dios Santo”. Te imaginas que sabes, y no sabes nada; o bien si lo sabes, te callas por esa misma doblez. Porque no es solamente el Santo de Dios, sino Dios Santo. (San Jerónimo (347-420) Comentario al evangelio de Marcos, 2; PL 2, 125s)

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Cada vez es más normal escuchar que las calles son lugar de escarnio para quienes creemos en Dios y somos fieles a la Iglesia. En Granada ha vuelto a acontecer uno  de estos episodios de odio a pocos días de la manifestación atea de Madrid. 

Este tipo de hechos me recuerdan al pasaje evangélico que San Jerónimo con tanta certeza comenta. ¿Qué quiere Cristo de nosotros? ¿Ha venido a acabar con algo? Cristo quiere que nos convirtamos y  que le sigamos. El demonio tenía toda la razón, ha venido a acabar con algo, con nuestro pecado.

¿Qué hace gritar a las personas contra nosotros? Solamente puedo imaginarme que les repele vernos reunidos en Nombre del Señor, ya que hacemos presente a Cristo en la sociedad. Entonces se comprenden los gritos e insultos. Aunque parezca que nos gritan a nosotros, no es así. Gritan a Cristo:

‘¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sabemos quién eres: el Santo de Dios’

sábado, 14 de mayo de 2011

Sobreabundancia y Liturgia. Abraham como ejemplo.

Abrahán, fijándose en la promesa de Dios y dejando de lado cualquier mira humana, sabiendo que Dios es capaz de hacer obras que sobrepasan la naturaleza humana, puso toda su confianza en las palabras que Dios le había dicho, sin dejar lugar a ninguna duda, en su espíritu, y sin dudar sobre el sentido que tenían las palabras de Dios. Porque lo propio de la fe es confiar en el poder de aquel que nos ha hecho una promesa… Dios había prometido a Abrahán que de él nacería una posteridad innumerable. Esta promesa estaba por encima de las posibilidades de la naturaleza y de las visiones puramente humanas; por que la fe que tenía para con Dios “y se le contó en su haber” (Gn 15,6; Gal 3,6).

 Pues, si lo pensamos bien, a nosotros se nos han hecho promesas aún más maravillosas y que nos van a satisfacer mucho más de lo que puede soñar la mente humana. Y, para merecer la justificación que viene de la fe y alcanzar los bienes que nos han sido prometidos, no nos hace falta más que confiar en el poder de aquel que nos ha hecho estas promesas. Porque todos estos bienes que esperamos sobrepasan toda concepción humana y todo lo que se puede pensar, pues ¡cuán magnifico es eso que se nos ha prometido!

... ¿Te das cuenta tú de la sobreabundancia de las promesas?  ¿Te das cuenta de la grandeza de estos dones? (San Juan Crisóstomo. Homilía 36 sobre el Génesis; PG 53, 339)

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¿Cuánto tenemos que agradecer a Dios? Más de lo que podemos siquiera llegar a intuir. San Juan Crisóstomo comparte con nosotros la evidencia de como Dios se dona al mundo en sobreabundancia. Pero tanta abundancia puede hacernos perder de vista los dones. Debemos tener cuidado. Podemos llegar a creer que tenemos lo que merecemos o lo que la suerte nos ha deparado. También podemos creernos dueños de los dones que Dios reparte a todos.

Cada segundo de vida es una oportunidad donada por Dios para que hagamos su voluntad y para que le demos gloria. También es la evidencia de que lo que hagamos, lo hacemos con total libertad.

Este pasado viernes 13 de Mayo se ha difundido la  instrucción Universae Ecclesiae. En esta instrucción el Santo Padre facilita a los fieles, que así lo deseen, celebrar la Liturgia por medio de la Forma Extraordinaria. Es decir, hace más sencillo que un grupo de personas puedan solicitar la celebración de la Forma Extraordinaria y que esta celebración se pueda llevar a cabo. En ese sentido, complementa y da solidez al Motu Proprio: "Summorum Pontificum" del año 2007.

Con esta instrucción el Santo Padre intenta:

  • Proporcionar a todos los fieles la Liturgia Romana en el uso más antiguo, considerada un tesoro precioso que hay que preservar. 
  • Garantizar y asegurar realmente, a cuantos lo pidan, el uso de la forma extraordinaria 
  • Promover la reconciliación dentro de la Iglesia.

Evidentemente esta forma Litúrgica necesita de unos niveles de formación más amplios que los necesarios para la celebración Litúrgica en el Forma Ordinaria. El Santo Padre indica que es necesaria la formación de los sacerdotes que vayan a celebrarla y también de los fieles que deseen vivirla.

Todos tenemos que alegrarnos y dar gracias a Dios por ir abriendo el depósito de la Tradición a todos quienes lo desean y sean capaces de acceder a El. Esta alegría debería de ir más allá de nuestra preferencia por una u otra Forma Litúrgica.

Quizás algunas personas puedan ver la Forma Extraordinaria como una amenaza y no debe ser así. Ya el Santo Padre nos indicó que  "las dos formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente" para el bien de todos. Profundizar en el conocimiento y la vivencia litúrgica no puede ser nunca algo peligroso o amenazante. Todo lo contrario.

Precisamente para permitir que vivamos ambas formas como un don de Dios y sin imponérnoslas unos a otros, la misma instrucción indica que los fieles que soliciten la Forma Extraordinaria “No deben sostener o pertenecer de ninguna manera a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la Santa Misa o de los sacramentos celebrados en la forma ordinaria".

Aunque no esté explícitamente indicado, la caridad de quienes vivan y prefieran la Forma Ordinaria, debería facilitar la vivencia de la forma Extraordinaria para quienes así lo deseen. Quizás podríamos realizar el esfuerzo de ir conociendo, amando y acogiendo ambas formas litúrgicas. Aunque no haya prisa, deberíamos poner nuestra voluntad, afecto y entendimiento en ello.

Cuanta sobreabundancia. Gracias Señor.

domingo, 8 de mayo de 2011

La liturgia va más allá de la "reforma Conciliar"

Evidentemente no es fácil el diálogo entre tradición y progreso que se vive en la Iglesia y sobre todo, en el campo de la Liturgia. El Santo Padre, en el discurso al congreso realizado en conmemoración del 50º aniversario del Instituto Pontificio Litúrgico de San Anselmo, nos recuerda una serie de elementos importantes. Paso a citar algunos de ellos:

La liturgia de la Iglesia va más allá de la propia "reforma Conciliar" (cf. Sacrosanctum Concilium, 1), cuyo objetivo, de hecho, no era principalmente cambiar los ritos y textos, sino más bien a renovar la mentalidad, lugar en el centro de la vida cristiana y la pastoral de la celebración del misterio Pascual de Cristo.”

También nos dice que:

Cumbre de la acción de la Iglesia y la fuente de donde mana su poder (cf. Sacrosanctum Concilium, 10), la Liturgia con su universo celebrativo se convierte en la gran educadora y de la primacía de la Fe y la Gracia. La liturgia, testigo privilegiado de la Tradición viva de la Iglesia, fiel a su misión originaria de revelar y hacer presente en el ‘hodie’ de los asuntos humanos el ‘opus Redemptionis’, vive en una relación constante y adecuada de diálogo entre la sana Traditio y el legitimo Progressio, que con lucidez se se explica en la Constitución conciliar Nº 23. Con estos dos términos, los Padres del Concilio quisieron entregar su programa de reformas, en armonía con la gran tradición litúrgica del pasado y el futuro. No pocas veces se contrapone de forma maliciosa tradición y progreso. De hecho, los dos conceptos se integran: la tradición es una realidad viva, por lo tanto, incluye en sí el principio del desarrollo y el progreso. Como si dijéramos que el río de la Tradición tienen en si misma su propia fuente y fluye hacia la desembocadura.”

No soy un experto en Liturgia, pero si disfruto o padezco las diversas formas en que se celebra la Liturgia. Indudablemente, cada persona tiene un nivel propio de entendimiento y una sensibilidad que le caracterizan frente la Liturgia. Esto nos plantea constantemente un problema de adecuación, inculturación y adaptación a los fieles. Al mismo tiempo, tenemos un segundo problema de consistencia, coherencia y profundidad de lo que celebramos mediante la Liturgia. Dos tensiones contrapuestas que necesitan la Gracia de Dios para encontrarse y complementarse.

Desde mi humilde punto de vista, todo se resume en un problema de centralidad, similar (análogo), al que se produce en cualquier mecanismo de giro. ¿Hasta qué punto del eje debe adaptarse al objeto que gira o el objeto que gira, al eje? Esto se complica cuando no es un solo objeto el que gira. Si tenemos múltiples objetos girando, el eje de giro puede llegar a romperse. En todo caso, la fuerza centrífuga tenderá a sacar del eje a los objetos cuyo centro de giro sea excéntrico al eje general.

Deshaciendo el símil, el eje de giro es Cristo y que el giro se asimila al sacramento que se arropa dentro la Liturgia.

Me pregunto si nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de adecuarnos a nosotros mismos a la Liturgia. Si cada cual gira colocando su centro de giro fuera del eje principal, el eje sufre tensiones y puede romperse la unidad.

Me pregunto si somos conscientes que cambiar el eje de giro para evitar tensiones y adecuarse a “la realidad”, sólo puede realizarse dentro de unos límites muy bien definidos por la centralidad de Cristo. Si sacamos el eje de su sitio, el gran sacramento que es la Iglesia deja de girar unido.

El Santo Padre sabe de lo que habla y nos dice las cosas muy claritas. Nos toca reflexionar sobre estas consideraciones y no solo reclamar que el eje se adapte a nosotros. Tal vez debamos intentar que nuestro centro de giro de ajuste al eje que nos reveló Dios mismo. En todo caso, nos viene bien entender por qué existen tantas tensiones en el campo de la Liturgia.

El Santo Padre nos indica que la reforma conciliar buscaba principalmente un cambio en nosotros y el entendimiento de la Liturgia  “ … renovar la mentalidad, lugar en el centro de la vida cristiana y la pastoral de la celebración del misterio Pascual de Cristo.

Gracias por leer esta reflexión. Están invitados a comentar lo que estimen adecuado. Dios nos ilumine.

jueves, 5 de mayo de 2011

Nada somos, Señor.

Hijo, cuanto puedes salir de ti, tanto puedes pasarte a Mí. Así como no desear nada exteriormente, produce la paz interior; así el negarse interiormente, causa la unión con Dios. Quiero que aprendas la perfecta renuncia de ti mismo en mi voluntad, sin replica ni queja. Sígueme: YO SOY CAMINO, VERDAD Y VIDA. Sin camino no hay por donde andar; sin verdad no podemos conocer; sin vida no hay quien pueda vivir. Yo soy el camino que debes seguir, la verdad que debes creer, la vida que debes esperar. Yo soy camino inviolable, verdad infalible, vida interminable. Yo soy camino muy derecho, verdad suma, vida verdadera, vida bienaventurada, vida increada. Si permanecieres en mi camino, conocerás la verdad, y la verdad te librará y alcanzarás la vida eterna.

Si quieres entrar en la vida, guarda mis mandamientos. Si quieres conocer la verdad, créeme a Mí. Si quieres ser mi discípulo, niégate a ti mismo. Si quieres poseer la vida bienaventurada, desprecia la presente. Si quieres ser ensalzado en el cielo, humíllate en el mundo. Si quieres reinar conmigo, lleva la cruz conmigo. Porque sólo los siervos de la cruz hallan el camino de la bienaventuranza y de la luz verdadera. (Tomás de Kempis. La imitación de Cristo. 56, 1-2)

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La Luz verdadera o increada es el mismo Cristo que ilumina y nos comunica el sentido de todo. No nos valen los honores y las prebendas. Los orgullos las soberbias. Las preeminencias y las excelencias. Tal como nos dice Tomás de Kempis, “humíllate en el mundo”. No somos nada por nosotros mismos. Si algo va adelante es por voluntad de Dios. Es vanidad creer que ha sido nuestra voluntad la que ha producido aquello bueno o maravilloso que hemos visto surgir de nuestra acciones.

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Señor, ayúdanos a vernos como somos
Y a darnos cuenta que nuestro corazón no está limpio.
Si estuviera limpio, podríamos ver Tu voluntad guiando nuestros pasos hacia Ti
Humillémonos en el mundo. Nada somos sin Cristo.
Amén
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