domingo, 22 de agosto de 2010

Religión, magia, fetichismo y empirismo

El verano y el calor propician que se vean o vuelvan a ver, películas en familia. Hace unos días hemos hecho un repaso de la serie de películas de Harry Potter que nos ha servido para discutir aspectos sobre el universo mágico y contraponerlo a la perspectiva religiosa.

¿En qué se diferencia la magia de la religión?

Como primera aproximación, la magia postula la existencia de habilidades sobrenaturales que subyacen en cada uno de nosotros. Estas habilidades nos dan poder para que podamos dominar lo que nos rodea. El fin último del mago, es lograr el máximo poder posible. Los ritos son vehículos que permite manifestar el poder. La voluntad del mago permite dominar toda la naturaleza y todo lo sobrenatural. Los seres sobrenaturales, incluso dioses… son herramientas en manos del mago.

En la religión, los seres humanos no tenemos habilidades especiales o sobrenaturales. Hemos sido creados con un objetivo y Dios espera de nosotros que caminemos voluntariamente hacía Él. Los ritos no se realizan para manifiestar poder alguno, ya que solo buscan acercarnos a Dios por medio de los Sacramentos. El camino es la santidad.

Además de magia y religión, tenemos el fetichismo. El fetichismo es la creencia en un poder sobrenatural que se aloja o almacena en objetos, personas o circunstancias. Los fetiches pueden ser utilizados hasta cierto punto por los seres humanos, pero poseen una voluntad propia. El fetichista busca tener de su parte estos poderes con el fin de que le faciliten su existencia.

Religión, magia y fetichismo son modelos de entender e interaccionar con la realidad que nos rodea. Podríamos unir a estos tres modelos el modelo empirista-naturalista-científico… que niega la existencia de nada que exceda lo estrictamente comprobable experimentalmente. El empirista asume que no tenemos ningún objetivo vital que vaya más allá de vivir lo mejor posible.

La tradición y el magisterio de la Iglesia nos dice que la magia, el fetichismo y el empirismo son actitudes y creencias peligrosas. ¿Por qué? Pues porque imposibilitan seguir el camino que Cristo nos mostró y que está reflejado en las escrituras.

Tenemos el episodio de Simón el mago descrito en los Hechos de los Apóstoles (Hechos 8:9-24). Simón el Mago quería tener el poder de “manejar” el Espíritu Santo y estaba dispuesto a pagar por ello. Pero Pedro y Juan le dijeron que su entendimiento era erróneo y que le acarrearía todo tipo de males. Dios no se manipula ni es herramienta de ningún ser humano.

En nuestra vida no es raro encontrarnos con dificultades que nos parecen insalvables. Son situaciones indeseables o claramente dramáticas. Ante ellas tendemos a entender la religión de forma mágica y esperamos dominar la voluntad de Dios en base a ritos, peticiones, oraciones o promesas. En el Padrenuestro oramos diciendo. “Hágase Tu voluntad, en la tierra como en el cielo” y Cristo oró al Padre diciendo “no se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Es la voluntad de Dios la que debe prevalecer, ya que ella es la que crea el Reino.

¿Y los milagros o sucesos inesperados? Parten de la premisa de que nuestra voluntad coincida con la voluntad Divina. Solo de esa manera seremos eficaces herramientas de Dios y veremos crecer nuestra Fe de forma instantánea. Pero cuidado. No es nuestra voluntad la que se hace realidad… sino la voluntad de Dios.

Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate en el mar", y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. (Mt 21:22-23)

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Señor ayúdanos a ser herramientas eficaces de tu voluntad
y a no creernos imprescindibles o poderosos.
Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria
por los siglos de los siglos.
Amén

miércoles, 11 de agosto de 2010

Yo soy la puerta

Y Jesús les dijo otra vez: "En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos cuantos vinieron, ladrones son y salteadores, y no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta: quien por mí entrare será salvo, y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y para matar y para destruir. Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en más abundancia. (Jn 10,7)

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Realmente se echa de menos el sentido simbólico en la construcción de los templos contemporáneos. El tímpano de muchas portadas románicas y góticas, Cristo aparecía en el centro de las portadas, recordándonos que el El es la puerta y que solo a través suya podemos acceder a la salvación.

Únicamente quienes hubieran sido bautizados podían traspasar la portada. Los catecúmenos y penitentes debían quedarse en el nartex (espacio previo) sin traspasar la portada, hasta el momento en que fuesen bautizados o cumplieran la penitencia. Desde el nartex podían contemplar la portada, reflexionar sobre su significado y escuchar las catequesis preparatorias. Quien traspasaba el nartex, ya era consciente de qué significaba la figura de Cristo como Puerta de nuestra salvación.

Hoy en día traspasamos el nartex de estas antiguas iglesias sin llegar a imaginarnos qué sentido tenía ese maravilloso sinsetido vestido de arte. Las portadas se han convertido en obras admiradas estéticamente y al mismo tiempo, algo sin más sentido que el disfrute estético.

¿Cómo era posible que en la edad media las personas iletradas supieran leer lo que el artista les comunicaba y hoy en día muy pocas personas son capaces de hacerlo?

La respuesta es fácil: la formación. Curiosamente, en el pasado se enseñaba a los fieles a entender el universo simbólico que conforma nuestra religión... mientras que hoy en día parece darnos vergüenza ir más allá de la practicidad caritativa. Caridad que es crucial e importantísima... siempre que se entienda y se viva desde los fundamentos cristianos.

En una sociedad que desprecia el lenguaje simbólico y se atiene a la practicidad como regla de diseño... es lógico entender porque nuestros templos que no son más que estéticas salas de reunión. Nos hemos acostumbrado a celebrar los sacramentos en recintos funcionales desprovistos de elementos sagrados. Tras terminar la celebración, la sala se transforma en lugar de charla y reunión social. Me pregunto si en el futuro podremos transformar estas infraestructuras funcionales en verdaderos lugares sagrados.

Si este verano visitamos algún templo antiguo... esforcémonos por entender el mensaje con que fue escrito. Si hay algo que no entendemos o que nos parece que es pura estética... quiere decir que nos falta la llave para abrir la puerta que da acceso a su mensaje. Busquemos la llave y nos sorprenderemos.

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Gracias Señor por darnos tiempo para buscarte en todo lo que existe
Gracias Señor por darnos la oportunidad de escribir tu Nombre en todo lugar
Amén



viernes, 6 de agosto de 2010

La Transfiguración del Señor

La imagen nos ofrece con fidelidad plástica la narración evangélica de la Transfiguración del Señor, concentrando nuestra atención en una visión total y dinámica. Algunos iconos de este episodio presentan a los lados del monte, a Jesús que sube con sus discípulos a la montaña, y a Jesús que baja ya del monte, diciendo a los suyos que no revelen nada de cuanto ha sucedido.
Pero generalmente todo se concentra en el episodio que este misterio desvela ante nuestros ojos, poniendo de relieve los protagonistas del encuentro y los dos espacios que parecen juntarse: el cielo y la tierra.

La fiesta, como el icono, constituye para el pintor y para el simple fiel, "según la medida de fe que Dios" ha dado a cada uno, esa experiencia intelectiva y espiritual que permite embocar la vía para desarrollar dentro del corazón de uno mismo la belleza de la luz.

Dice Gregorio de Nisa (335-395), "La manifestación de Dios le es dada primero a Moisés en la Luz, luego él habló con Él en la nube; y finalmente, devenido más perfecto, Moisés contempla a Dios en la tiniebla".

Pero, ¿qué significa la entrada de Moisés en la tiniebla y la visión que en ésta tuvo de Dios? "El conocimiento religioso es al principio luz para el que lo recibe: pues lo que es contrario a la piedad es la oscuridad, y la tiniebla se disipa cuando aparece la luz. Pero el Espíritu, en su progresar, llega, tras un empeño siempre más grande y perfecto, a comprender lo que es el conocimiento de las realidades y se acerca a la contemplación cuanto más se da cuenta de que la naturaleza divina es invisible.

La tiniebla es el término accesible de la contemplación, visión límite, y por tanto "luminosa". La tiniebla simboliza así la oscuridad de la fe y la experiencia de la proximidad de Dios.

El icono de la Transfiguración, por tanto habla de la luz, revelada a los Apóstoles, manifestación del esplendor divino, gloria sin tiempo. Esta imagen mas que cualquier otra refleja el principio por el que un icono no se mira sino que se contempla.

Tomado de la Web - www.elarcadenoe.org
Para leer más de este icono pulse AQUÍ
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