domingo, 30 de mayo de 2010

De Trinitate

El que no confiesa la comunidad de la esencia en la Divinidad cae en el politeísmo; la naturaleza del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo es una e idéntica. Sin embargo, en la Divinidad una, la identidad de la naturaleza está diversificada en tres Hipóstasis, de tal manera que la individualidad de las Personas se encuentra en una esencia, y la única Divinidad se reconoce en tres Hipóstasis perfectas. (Epístola II, 10, San Basilio)

El Padre existe y posee el ser perfecto, raíz y fuente del Hijo y del Espíritu Santo. El Hijo existe, en plenitud de divinidad, Verbo viviente e Hijo sin defecto del Padre. El Espíritu es también pleno, perfecto y completo, considerado en Sí mismo. (Homilía 24, Contra los Sabelianos, 4, San Basilio)

Es imposible ver la Imagen del Dios invisible, salvo en la iluminación del Espíritu. Quien fija los ojos en la Imagen no puede separar de ella la luz, pues lo que causa la visión es visto necesariamente con lo que se ve. Así, propiamente hablando, por la iluminación del Espíritu, discernimos el esplendor de la gloria de Dios (el Hijo: Hb 1:3), y por la Impronta (el Hijo) somos conducidos a la gloria de Aquél (el Padre) a quien pertenecen la Impronta y el sello de la misma forma (el Espíritu Santo) (Sobre el Espíritu Santo, 26, San Basilio)

San Basilio de Cesarea (ca. 330 -1 de enero, 379), llamado Basilio el Magno, fue obispo de Cesarea, y preeminente clérigo del siglo IV. Es santo de la Iglesia Ortodoxa y uno de los cuatro Padres de la Iglesia Griega, junto con San Atanasio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Basilio, Gregorio Nacianceno, y Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) son denominados Padres Capadocios. Es santo y doctor de la Iglesia Católica.

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Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

jueves, 20 de mayo de 2010

Veni Creator Spiritus


De la catequesis XV de San Cirilo de Jerusalén, tomo estos párrafos que hablan del Espíritu Santo:

Diversos sentidos de la palabra «espíritu»

13. Pero puesto que acerca del Espíritu Santo, con un nombre único y común, se han dicho muchas cosas diversas en la Sagrada Escritura y puede temerse que alguien las confunda por ignorancia por no saber a qué espíritu se refiere lo que allí está escrito, es preciso señalar ciertas características seguras del Espíritu al que la Escritura llama Santo. Pues así como Aarón es llamado «cristo» y también David, Saúl y otros son llamados «cristos», y sin embargo es único el verdadero Cristo, así también, una vez que se atribuye la denominación de «espíritu» a diversas realidades, es estupendo ver a quién se llama, por algún motivo peculiar, Espíritu Santo. Pues son muchas las cosas que se llaman «espíritu», pues un ángel es llamado «espíritu», se llama «espíritu» a nuestra alma y al viento que sopla se le llama «espíritu». También una gran virtud es llamada «espíritu» y es denominada «espíritu» una acción impura. Incluso el Demonio, el Adversario, es llamado «espíritu». Cuídate, pues, cuando oigas estas cosas, de que, por la semejanza de la denominación, no confundas una cosa con otra. Pues de nuestra alma dice la Escritura: «Su soplo exhala, a su barro retorna», y del alma dice a su vez: «Que modela el espíritu del hombre en su interior» (Zac 12, 1). Y de los ángeles dice en los Salmos: «Que hace a sus ángeles espíritus y llama de fuego a sus servidores». Y del viento dice: «Tal el viento del Este que destroza los navíos de Tarsis» (Sal 48, 8). Y además: «Como el árbol es agitado por el viento en el bosque». Y: «Fuego y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra» (Sal 148, 8). Y de la buena doctrina dice el Señor mismo: «Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida» Un 6, 63), es decir, son espirituales. Pero el Espíritu Santo no es algo que se exhala hablando con la lengua, sino alguien vivo, que nos concede hablar con sabiduría, siendo él mismo el que se expresa y habla.

El Espíritu Santo sugiere, habla y enseña

14. ¿Quieres darte cuenta de cómo crea palabras y habla? Felipe, por revelación de un ángel, bajó por el camino que llevaba hasta Gaza, cuando llegaba el eunuco. Y dijo el Espíritu a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro» (Hech 8, 29). ¿Ves cómo el Espíritu habla al que le oye? Y Ezequiel dice así: «El espíritu de Yahvé irrumpió en mí y me dijo: "Di: Así dice Yahvé"» (Ez 11, 5). Por otra parte, «dijo el Espíritu Santo» a los apóstoles, que estaban en Antioquía: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado» (Hech 13, 2). Ves al Espíritu que está vivo, que segrega y que llama, y que envía con poder. Y Pablo dice: «Solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones» (20, 23). El es el que santifica a la Iglesia, su auxiliador y su maestro, el Espíritu Santo maestro, del que dijo el Salvador: «Os lo enseñará todo», y no dijo sólo «os lo enseñará», sino también «os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14, 26). Pues no son unas las enseñanzas de Cristo y otras las del Espíritu Santo, sino claramente las mismas. De las cosas que habían de suceder dio Pablo testimonio con anterioridad, para que, mediante un conocimiento previo, el ánimo se sintiese más firme. Y estas cosas se os han dicho por aquella sentencia: «Las palabras que os he dicho son espíritu» (Jn 6, 63), de modo que no pienses que éste (el Espíritu) es sólo algo que nosotros decimos, sino doctrina sólida.

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La doctrina es la manera recta y ajustada de entender las verdades de nuestra Fe. Sin esta doctrina, estaríamos a merced de la subjetividad de cada uno de nosotros. Las enseñanzas de Cristo no pueden contradecirse con las del Espíritu Santo. Nunca podremos encontrar revelaciones particulares que pongan en cuestión la Palabra de Cristo y la Doctrina que le da consistencia.

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Veni, creator Spiritus
mentes tuorum visita,
imple superna gratia,
quae tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas
et spiritalis unctio.

Amén


martes, 11 de mayo de 2010

Sin mi no podéis hacer nada (Jn 15, 5)

Los apóstoles vieron al Señor en su gloria cuando fue transfigurado en el Monte Tabor; pero más tarde, en la hora de su Pasión, huyeron temerosos. Así es la fragilidad humana. En verdad, somos ciertamente de esta tierra; más aún: de esta tierra pecadora. Por eso el Señor ha dicho: Sin mi no podéis hacer nada (Jn 15, 5).

Cuando la Gracia está en nosotros, somos verdaderamente humildes; entonces nuestra inteligencia está más viva, y somos obedientes, dulces, agradables a Dios y a los hombres. Pero cuando perdemos la Gracia, nos secamos como un sarmiento cortado de la vid. Si alguno no ama a su hermano por el cual el Señor ha muerto entre grandes sufrimientos, es señal de que él mismo se ha separado de la Vid. Pero el que lucha contra el pecado, estará con el Señor al igual que la vid es llevada por el sarmiento (San Silvano)

Solo el Señor da sentido a lo que somos y hacemos. Sin El no somos nada más que hojas secas al viento, que no saben de donde vienen ni adonde van. Hay quien llama libertad, a la ignorancia de la Verdad… pero la Verdad es la que verdaderamente nos hace libres.

San Silvano nos indica claramente en qué lugar entre el pelagianismo y el quietismo, está el verdadero cristianismo.

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Señor derrama tu gracia sobre nosotros y ayúdanos a ser herramientas útiles a tus designios. Amén

jueves, 6 de mayo de 2010

Sobre las herejías IV… el quietismo.

Hace dos semanas repasábamos la actitud pelagiana y los problemas que conlleva. Partiendo de esta actitud, podríamos pensar en que lo conveniente es posicionarse en el otro extremo. Me temo que no arreglaríamos demasiado, ya que no encontramos con el quietismo.

La Enciclopedia católica habla del quietismo en estos términos:

El quietismo (Lat. quies, quietus, inactivo, en reposo) en el sentido más amplio, es la doctrina que afirma que la más alta perfección del hombre consiste en una especie de autoaniquilación psíquica y la consiguiente absorción del alma en la Divina Esencia, aun durante la vida presente. En el estado de "quietud", la mente es completamente inactiva; ya no piensa ni desea por su propia cuenta, sino que permanece pasiva mientras que Dios obra en ella. El quietismo es entonces, en términos generales, una especie de misticismo (q. v.) falso o exagerado que. bajo la apariencia de la más elevada espiritualidad, contiene nociones erróneas que si son seguidas consistentemente resultarían fatales para la moralidad. Esta corriente recibe su apoyo del panteísmo y de teorías similares, y envuelve nociones peculiares en relación con la cooperación divina en los actos humanos.” (ENCICLOPEDIA CATÓLICA

Al igual que el pelagianismo, el quietismo no es algo superado que ha quedado en el pasado. En la actualidad las actitudes quietistas son frecuentes. Los contactos con espiritualidades orientales, como el hinduismo y el budismo, hay hecho renacer dentro del cristianismo, cierta tendencia a la no acción, el no ser, el vacío y la nada.

El quietismo entiende que la acción sobre el mundo es innecesaria y que su labor es únicamente o principalmente interna. Comparte con el pelagianismo una sobrevaloración de la voluntad, que deja en segundo plano la acción de Espíritu de Dios.

Por ejemplo, para el quietismo, el relato de Pentecostés es complicado de explicar. Por una parte el Espíritu Santo se derrama sobre los Apóstoles sin que estos hayan realizado un itinerario volitivo de desaparición de su ego. Por otra parte, el Espíritu de Dios les hace salir a predicar y actuar sobre el mundo. No se quedan en éxtasis inmóvil y desafectado… como les podría sugerir su modelo de espiritualidad.

Suelen aparecer, como modelos, a santos místicos como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, de los que sesgan su vida y los toman únicamente sus experiencias sobrenaturales como referencia. Cuando se hace ver toda la labor de evangelización, acompañamiento y fundación que realizaron estos santos… las posturas quietistas quedan claramente en entredicho.

Otra característica del quietismo es la prevalencia absoluta o casi absoluta de la mística emotiva, sobre la mística del conocimiento y la acción. Se critica la mística cognitiva confundiéndola con el racionalismo y se critica la mística de la acción, por considerarla contrapuesta a la espiritualidad. Esta actitud provoca que las personas que siguen el quietismo, carezcan de referencias con las que guiarse en el camino espiritual. Están poco o nada predispuestas a tener apoyo espiritual o a ser críticos con sus propias experiencias. Esta actitud les hace proclives a recrear la revelación a su medida y a considerar que sus experiencias son la única referencia válida. 

Como es evidente, para el quietismo, los evangelios se reinterpretan descartando todo lo que implique acción sobre el mundo o conocimiento intelectual. La Tradición Apostólica resulta innecesaria dentro del quietismo, ya que la revelación personal que cada cual recibe, les resulta suficiente. 

Pensemos qué tipo de comunidad viva, activa sobre el mundo y dadora de testimonio se podría realizar en base al quietismo. La acción caritativa y evangelizadora quedaría desactivada de inmediato.

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Señor, gracias por tus dones y entre ellos, por la capacidad que nos das de actuar en el mundo. 
Guíanos para hacer tu voluntad, tal como es en el Cielo y en la tierra. 
Solo tu eres eres sentido y nos das la capacidad de hacerlo realidad en torno nuestra.

Amén
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