martes, 2 de febrero de 2010

Ser o no ser...

Permítanme ser hoy un poco más ácido de lo habitual. La capacidad de aguante se colma y uno termina expresar algunas "incorrecciones" que esnecesario poner encima de la mesa. En concreto mi reflexión se centra en la constante acusación de ultra-católico que algunos sectores de la periferia eclesial tienen constantemente en la boca.

En esta época que nos ha tocado vivir, lo único que se acepta oficialmente como absoluto es que no existe nada absoluto, es normal que nos enredemos preguntándonos sobre el ser de las cosas. Pero sé perfectamente que esta discusión viene de lejos. De muchos siglos atrás, pasando por las filosofías griegas, el nominalismo, existencialismo, etc. Llevando el asunto a la botánica, resulta corriente oír/leer que cuando un árbol cumple con todos las condiciones para "ser lo que es," se diga con desprecio que es un ultra, un "despreciable e intolerante" ultra-árbol que discrimina a los demás seres que desean ser árboles.

Por esto, ser católico se reclama hoy en día como algo relativo. Muchas personas que se titulan como tal y exigen que se respete su derecho a serlo sin más. Quien pide que se discierna antes de asignarse "títulos gratuitos de ser", se le llama ultra-católico. El concepto de últra-católico es una categoría donde se engloba a aquellos que tienen la "osadía" de discernir y tener criterios fundamentados.

Pero no queda todo allí. Es cotidiano que se exija que toda la Iglesia ajuste su "ser" para permitirnos "ser católicos" a la medida de cada uno de nosotros. Si la Iglesia sigue adelante sin hacer el menor caso a estos reclamos, se dice que es retrógrada, conservadora, discriminadora e incluso criminal. Hasta se llega a decir que quien no nos deja ser católicos, es la Iglesia. 

Si nos surge la duda de lo que somos, podemos decidir estudiar qué es ser católico y cómo definir los elementos de juicio necesarios para ello. Pero si se nos ocurre decir el resultado de nuestro estudio, se nos titula de inquisidores y preconciliares. Curiosamente se invoca constantemente al Concilio Vaticano II sin saber qué se dijo en el mismo.

Al final, resulta que todos reclamamos ser católicos, para que nadie pueda testimoniarse cpn coherencia como tal. Es como si se pudiera reclamar el título de licenciado en arquitectura para llamarse arquitecto, aunque no se sepa qué es ser arquitecto ni como se ejerce. Si se habla de responsabilidades, el axioma relativista toma de nuevo protagonismo y se nos dice que los deberes son contrarios al cristianismo o en todo caso, opcionales para cada cual según sus deseos, apetencias o conciencia. Todo es relativo, menos el axioma que lo enuncia.

Vivimos una época donde nada es lo que parece y cuanto menos lo sea, mejor para todos. Una época de mentiras a conciencia e interiorizadas que nos permiten hablar de paz y armonía, mientras definimos ambas palabras como conceptos vacíos de significado.

En realidad estos conceptos vacíos de paz y la armonía resultan ser cárceles que nos impiden comunicarnos y aprender de los demás. Si cuestionas las ideas de quien tienes delante, resultas ser un fundamentalista o un integrista. Nos ofrecen entonces que lo ideal es pensar que todo tiene valor y que por ello todo es válido. Si comentas que utilizar una manzana como grúa, no es lo más adecuado, pierdes el estatuto de ser armónico y pacífico. ¿A que llegamos? A que la sociedad sea una inmensa sala con olor a incienso donde cada cual actúa por si mismo, cambia de lugar o incluso se suicida con total aceptación por parte de los demás. Aceptación que no es más que desprecio oculto tras la palabra tolerancia. Tolerancia que es tal, sino desafección.

Ser coherente en un mundo como el actual, tiene su trabajo y requiere valentía. Marginarnos a nosotros mismos para evidenciar lo vacío de las panaceas modernas, conlleva que la sociedad nos eche a un lado y nos controle. Se nos tolera, pero donde no enturbiemos la armonía del silencio y la paz del vacío.

Me temo que el gran disgregador, nuestro conocido diablo, está más contento que nunca con su espléndida obra. Todos con caras felices, viviendo separados de los demás y dándonos igual lo que pensamos y hacemos cada cual. De esta forma nos desactivan para actuar en el mundo. El Reino de Dios se aleja de nosotros cuanto más nos acerquemos al paraíso ofrecido por la postmodernidad.

---oOo---

Señor, ayúdanos a vivir correctamente en este mundo.
 Que sepamos amarnos los unos a los otros.
No nos dejes sentir desafecto por nuestros semejantes. Q
ue con vuestra intercesión sea iluminado nuestro entendimiento,
para poder comprender la importancia en ayudar a los demás,
en servirlos y en amarlos.
Que vuestra radiante luz abra nuestros ojos y cierre las puertas del odio.
Amén

8 comentarios:

Escalante dijo...

Excelente entrada! En diversas ocasiones y con diversas palabras, Benedicto XVI ha manifestado su convicción de que el relativismo se ha convertido en el problema central que la fe cristiana tiene que afrontar en nuestros días. Que bueno que tu espacio trate sobre tan sugestivo tema...Saludos!

Anónimo dijo...

Supongo que este contexto del que no vas muy errado... es una consecuencia de muchos aspectos. Materialismo, crisis religiosa... y ética... egoismo y falta de autenticidad viviendo la espiritualidad, la religión...

La verdad es que el panorama no es alentador...pero CRSITO vivie en nosotros... en aquellos que en ÉL creemos...! y a través de la Práctica, la oración , La Palabra y la Eucaristía... podemos ir uniéndonos a ÉL...

Yo no soy modelo de nada, ciertamente...pero procuro en mi vida, y entorno... vivir desde ÉL... para que al menos en algunos aspectos pueda servirLE ser útil a los demás.

Si...esto del relativismo es peligroso y está ahi... pero hemos de caminar... y en última instancia intentar ser coherentes en la medida de lo posible...ser solidarios... y llevar a CRISTO en nosotros... en nuestra vida y a los demás.

Saludos y Ánimo!!!

Hno. mario de Cristo Salvador dijo...

Muy bueno el blog y las imágenes.
Agradecemos mucho el enlace a Hesiquia.

Un saludo en Cristo Jesús.

Maricruz dijo...

Si nuestra fe está puesta en Dios Uno y Trino, modelo de comunión, la alerta en nuestro interior debería activarse ante todo lo que se le oponga tanto conceptual como materialmente.

Conceptualmente: todo lo que me haga considerar que puedo ser católico a mi estilo.
Materialmente: todo lo que me separe del prójimo en la caridad.

La mirada fija en la Trinidad ayuda a discernir qué de lo que haces, piensas o dices contribuye a la unidad y qué no.

Y sabes qué? He llegado a pensar que en cuanto no exista un mínimo de armonía interna tanto más difícil se hará comprender la Trinidad, porque sospecho que la armonía que encuentra el propio cuerpo, alma y espíritu tiene cierta semblanza con la armonía trinitaria. Es razonable, porque, qué unidad alcanzaría un cuerpo que contradice al alma o a su propia conciencia, qué armonía habría en un espíritu cuyo cuerpo le desatiende? Te das cuenta?

La Trinidad es la forma en que hemos logrado articular de una forma acequible a la razón lo incognoscilbe de Dios desde sus diversas manifiestaciones, será que necesitamos articular también de forma razonable nuestra propia naturaleza en sus diversas expresiones? Me parece que si.

Estamos disgregados internamente, poe eso el pizuicas puede hacer lo que se le de la gana con nosotros.

Ese es el portillo que le hemos dejado abierto, ese mismo.

Miserere mei Domine dijo...

Roberto... estamos tan acostumbrados al relativismo que lo utilizamos a todas horas para protegernos. Cuando Benedicto XVI reseñó este mal como el principal problema del mundo y de la propia Iglesia... empecé a comprender porque el Evangelio se ve arrinconado en este siglo XXI. Nos toca a nosotros ir abriendo caminos para que se difunda y arraigue.

Gracias por tus palabras :)

Miserere mei Domine dijo...

Carmen... :)

Que gran problema tenemos al ser tan difícil comunicarnos y entendernos. Esto es obra y gracia de este relativismo que nos atenaza. Pero paciencia... Dios está con nosotros :)

gracias por escribir en este humilde blog ;)

Miserere mei Domine dijo...

Hola Totús...

Armonía que no es monodía ni es disonancia... complicado aprender a aceptar las diferencias que dan sentido y rechazar las diferencias que crean sinsentido.

La respuesta está en la belleza. ¿Cómo entender qué es bello y que es feo? ¿Cómo entender qué es armonía y qué es disonancia?

La verdad es que voy leyendo lentamente el libro del Padre Casás... en parte por lo complicado de entender el ámbito de lo bello... sin haber sido formado nunca en el.

Gracias por tus palabras :)

Miserere mei Domine dijo...

Hermano Mario..

Su blog es una delicia que me encanta leer y meditar. Gracias por sus palabras :)

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