domingo, 29 de noviembre de 2009

Veni Creator Spiritus


Sin embargo, parece apropiado preguntarse por qué cuando un hombre viene a renacer para la salvación que viene de Dios hay necesidad de invocar al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, de suerte que no quedaría asegurada su salvación sin la cooperación de toda la Trinidad; y por qué es imposible participar del Padre o del Hijo sin el Espíritu Santo. Para contestar esto será necesario, sin duda, definir las particulares operaciones del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. En mi opinión, las operaciones del Padre y del Hijo se extienden no sólo a los santos, sino también a los pecadores, y no sólo a los hombres racionales, sino también a los animales y a las cosas inanimadas; es decir, a todo lo que tiene existencia. Pero la operación del Espíritu Santo de ninguna manera alcanza a las cosas inanimadas, ni a los animales que no tienen habla; ni siquiera puede discernirse en los que, aunque dotados de razón, se entregan a la maldad y no están orientados hacia las cosas mejores. En suma, la acción del Espíritu Santo está limitada a los que se van orientando hacia las cosas mejores y andan en los caminos de Cristo Jesús, a saber, los que se ocupan de las buenas obras y permanecen en Dios. (Orígenes – De Principis, 1305)

Hace unos días reflexionaba sobre el adviento y me convencía de que en este tiempo deberíamos rogar a Dios para que derrame su gracia sobre nosotros. Esperamos la Navidad y esta espera supone más que una conmemoración histórica, costumbrista o incluso tradicional. La Navidad es la esperanza de que Cristo nazca de nuevo y que lo haga dentro de nosotros y de todos los seres humanos. Pero... ¿Cómo nace en nosotros Cristo?

Para responderme esta pregunta recordaba los siete dones del Espíritu Santo y lo necesitados que estamos de ellos [1]:

Temor de Dios, que no es miedo. Es asombro, respeto y adoración. Sin temor de Dios estamos a merced de creernos con capacidad de caminar por nosotros mismos. Pero sin la gracia de Dios nada podemos hacer. Roguemos para que junto con Cristo, nazca en nosotros este temor tan olvidado en el soberbio mundo en que vivimos.

Fortaleza, que no es fuerza física. Es la fuerza de Dios que se manifiesta por medio nuestra. Sin fortaleza no somos más que títeres guiados por las imposiciones sociales.

Piedad. Es la capacidad de reconocernos como adoradores activos de Dios. Ser capaces de orar a Dios más allá de nuestras necesidades personales. Es la necesidad entender la vida como hecho sagrado que se hace oración en cada acción o inacción.

Consejo. El consejo no es una simple opinión o idea particular; es la transmisión directa de la gracia de Dios a quienes necesitan ayuda en su camino. Comunicar a Dios es un Don y una inmensa responsabilidad.

Entendimiento. Capacidad de introducirnos en la Verdad y recibir de Ella comprensión de la revelación de Dios. Sin entendimiento andaríamos ciegos por este mundo.

Ciencia. En este caso el Don es más que simple entendimiento; es capacidad de relacionar la Verdad, ser capaces de discernir el Orden de Dios y reconocer las causas segundas. Mediante la ciencia seremos capaces de ver a Dios por medio de todo lo creado.

Sabiduría. Es la cumbre de los Dones del Espíritu. Capacidad de vivir en equilibrio con los Dones antes descritos. Sabemos que la sabiduría es verdadera cuando lleve implícita el amor. El Don de Sabiduría conduce al alma a llenarse y rodearse de Dios. El conocimiento simbólico se convierte en conocimiento real que conlleva la adoración a Dios. Entonces el símbolo se funde con la Verdad y se revela como Dios con nosotros: Emmanuel.

Lo que es evidente, tal como indica Orígenes, "la acción del Espíritu Santo está limitada a los que se van orientando hacia las cosas mejores y andan en los caminos de Cristo Jesús, a saber, los que se ocupan de las buenas obras y permanecen en Dios". Que el Espíritu de Dios haga renacer la gracia de nuestro bautismo, en este adviento que se nos ofrece.



Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.,

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos.

Amén.

[1] Para profundizar en lo que significan los dones de Espíritu recomiendo este texto: PULSA

sábado, 21 de noviembre de 2009

Cristo, Sol, Luz y Rey.

Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? (Juan 18, 33-38)

Nos comenta San Agustín:

Creyendo, venid al reino que no es de este mundo. ¿Cuál es, pues, su reino sino el de los que creen en El, a quienes dice no sois de este mundo, aunque quiera que estéis en este mundo? Por lo que no dice: Mi reino no está en este mundo, sino "no es de este mundo" (Jn 8,23) Es, pues, de este mundo todo lo que en la humanidad, si bien creado por Dios, fue generado de la raza viciada de Adán. Fue, pues, hecho un reino, no ya de este mundo, de todo aquello que fue regenerado en Cristo. Así, pues, Dios nos sacó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor. (San Agustín, Tratado sobre el evangelio de San Juan)

Pilatos, como muchas otras personas, duda hasta de la existencia de la verdad. Frente a esta duda podemos citar el siguiente texto de Clemente de Alejandría:

Pongamos, pues, fin, pongamos fin al olvido de la verdad; despojémonos de la ignorancia y de la oscuridad que, cual nube, ofuscan nuestros ojos, y contemplemos al que es realmente Dios, después de haber previamente hecho subir hasta él esta exclamación: «Salve, oh luz». Una luz del cielo ha brillado ante nosotros, que antes vivíamos como encerrados y sepultados en la tiniebla y sombra de muerte; una luz más clara que el sol y más agradable que la misma vida. Esta luz es la vida eterna y los que de ella participan tienen vida abundante. La noche huye ante esta luz y, como escondiéndose medrosa, cede ante el día del Señor. Esta luz ilumina el universo entero y nada ni nadie puede apagarla; el occidente tenebroso cree en esta luz que llega de oriente.

Es esto lo que nos trae y revela la nueva creación: el Sol de justicia se levanta ahora sobre el universo entero, ilumina por igual a todo el género humano, haciendo que el rocío de la verdad descienda sobre todos, imitando con ello a su Padre, que hace salir el sol sobre todos los hombres. (Clemente de Alejandría. Exhortación a los paganos, cap. 11)

Tras el evangelio, el comentario de San Agustín y la apostilla de Clemente de Alejandría… solo podemos gritar:

¡Salve, Cristo. Sol de justicia universal, Luz de vida eterna, Rey del mundo y del universo!

¡Marana-thá!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Visitación y aborto

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. (Lucas 1, 39-45)

En España y en el mundo llevamos un largo y tenso debate sobre el aborto, sus razones y consecuencias. No creo ser capaz de portar nada adicional a todas las razones que desde cada posición se han expuesto en los medios de comunicación. Únicamente me atrevo a reflexionar sobre este breve pasaje del evangelio de San Lucas.

En vientre de Isabel había un ser humano que saltó de gozo al percibir la Visita de María y de Cristo encarnado en su vientre. Dos nonatos se sienten y se reconocen. Isabel reconoce a María como madre antes de nacer el Señor. María es bendita por el milagro de la vida que lleva en su vientre desde la anunciación.

Si damos un sentido trascendente y sagrado a las escrituras, podemos constatar que nos revelan que el milagro de la vida aparece desde el mismo momento de la concepción. Pero hay mucho más detrás de esta revelación.

Volviendo al mundo profano ¿Podemos dar razones para asesinar a un ser indefenso? Claro,… siempre se ha hecho y no dejará de hacerse. El problema se plantea al tener que decidir qué hacer con los hijos no deseados. Vaya locura tenemos dentro nuestra… decir hijo y decir después “no deseado” y quedarnos tan tranquilos. Esquizofrenia social que no por real y constatable deja de se esquizofrenia. ¿Qué razón puede haber en esta sociedad para no desear-querer-amar a un hijo? Si leemos este breve texto de la primera carta de San Juan, podremos encontrar alguna clave:

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. (1 Juan 4, 16-19)

La respuesta es evidente: Hay miedo, temor. El temor aparece cuando nos falta plenitud del amor. Como Dios es Amor… nos falta sabernos amados incondicionalmente por Dios. ¿Por qué tememos? Porque nos falta Dios.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Humildad y agradecimiento

Este humilde blog ha sido nominado dentro del jovial concurso organizado por Bruno Moreno dentro de su propio blog: La espada de doble filo , en el espacio Web Infocatolica.

Verdaderamente me siento abrumado por esta nominación, que no podía esperar por varias razones.

La primera es el peculiar enfoque que intento dar a los temas, que busca hundirse en la tradición para contemplar el mundo actual desde ese lejano tiempo en que los primeros Padres de la Iglesia compartieron el legado apostólico. Tiempos en que se valoraba el misterio, sacralidad y simbolismo como parte fundamental de la Fe. Otra razón es la importancia secundaria que se da a la actualidad y su aparición esporádica en la temática tratada. Únicamente si la actualidad reporta matices que pueden discernirse dentro de lo sagrado... ésta emerge para ser analizada.

Por lo tanto, agradezco profundamente la oportunidad de promoción y quedo en deuda espiritual con Bruno Moreno y con todo aquel que entre y lea estas líneas.

Para quien entre por primera vez en este espacio, el blog se inscribe dentro de las referencias dadas en los siguientes textos:

Ante todo el Apóstol te enseñó que no hay que contemplar lo que se ve, sino solo lo que no se ve, porque lo que se ve es temporal y, en cambio, lo que no se ve es eterno. Porque en otro lugar encuentras que lo invisible de Dios, tras la creación del mundo, se comprende mediante lo que fue hecho, el poder eterno y su divinidad se perciben por sus obras”. Tratado sobre los misterios. San Ambrosio de Milán.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre” (Jn 12, 24-26)

Que todos vosotros seáis uno, como los somos Mi Padre y Yo: como el Padre en Mí y Yo en El, vosotros también, uno en Nosotros seréis.”(Jn. 14, 20; 17, 21)

Laudetur Iesus Christos

jueves, 12 de noviembre de 2009

In hoc signo vinces

Allá por el año 312, el emperador Constantino esperaba para enfrentarse a su adversario Majencio. Un día antes de la batalla, se cuenta que Constantino vio en el cielo un signo mientras oía la frase “con este signo vencerás”.

El signo no es la cruz como muchas personas creen, sino el Labarum o Chi-Rho, que dio lugar a lo que ahora llamamos Crismón. Chi-Rho es un anagrama que representa la palabra Christos, Cristo. Algunas versiones de esta historia indican que el signo fue la cruz… pero todo parece indicar que el Labarum fue el signo que tomo Constantino como divisa.

Después de la batalla de Puente Milvio, el triunfante Constantino acepta al cristianismo como religión lícita y da importantes ventajas a quienes la profesaban por aquellos días. Pasados algunos años, pasó de ser religión lícita a ser la única aceptada en el imperio… lo que fue en parte muy positivo y en parte un problema nada desdeñable: la reunión de los opuestos indicados por el propio Cristo…” Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22, 21). Desde entonces el signo cristiano y el imperio entrelazaron sus destinos en una relación compleja, complicada y llena de singularidades en cada época.

En la actualidad, el tribunal europeo de los derechos humanos ha indicado que en el espacio público educativo no es lícito mostrar ningún signo cristiano. Toda una vuelta a los tiempos previos a la batalla de Puente Milvio.

Pero ¿Qué significa la Labarum o la misma cruz para que sea algo digno de ser proclamado ilícito tras 17 siglos? Básicamente lo que parece importar realmente es su presencia en un lugar educativo. ¿Por qué en ese lugar precisamente?

Todo signo tiene un significado y el entorno educativo es un entorno propicio para ligar signos, significados y realidades en un modelo coherente. Dicho de otra forma. Un alumno dentro de un aula se ve predispuesto a preguntar por el significado del signo… y lo que el maestro revele podría ser perjudicial para el atrevido niño.

¿Qué tiene de perjudicial saber qué significa la cruz? Básicamente los padres estiman que es mejor que su hijo desconozca qué hay detrás del signo. Si el niño pregunta, el maestro puede relatar la existencia de Cristo y esto representa una oportunidad para que se filtre el mensaje cristiano entre la información puramente académica. Eso es lo realmente peligroso para los padres… el mensaje cristiano implícito en el signo.

El mensaje puede atraer y el niño terminar por encontrarse con todo el universo simbólico que hay detrás del signo cristiano. Los padres estiman que el significado de la cruz y todo lo que conlleva, es contrario a sus opciones vitales.

Rechazando la presencia del crucifijo, los padres le ahorrarían al niño referencias a episodios como el sermón de al montaña, las parábolas, los mandamientos del amor o la redención. Sin la evidencia de la cruz presente en el aula, se podría intentar que toda la información que recibiera el niño sobre el cristianismo fuese indirecta o puramente historicista. Sería similar al estudio de la religión egipcia o el taoísmo… un eco lejano que no tendría actualidad social.

La cruz, el crucifijo o el Labarum no son más que signos cuyo significado es Cristo como mensaje dado a los hombres. Podríamos decir que el crucifijo representa la oportunidad de difundir el kerigma y su ausencia no es más que la difusión del anti-kerigma: la ausencia de mensaje, revelación, sacralidad, misterio y de toda trascendencia.

Decididamente la cruz tiene un poder nada despreciable en la actualidad. Lo demuestra que el imperio vuelva a declarar ilícito el signo cristiano.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Conocimiento y Fe


El cristianismo es una religión llena de matices. Esto se hace evidente la diversidad caminos o carismas que nos ofrece para re-ligarnos con Dios. Podríamos agrupar este conjunto de matices agrupados en tres conjuntos: devocionales, caritativo-sociales e intelectuales. En realidad, el camino verdadero es un compendio de estos tres conjuntos, ajustado a nuestro carisma personal. El principal problema de toda persona religiosa es conseguir un equilibrio entre los tres matices a fin de no perder el norte en la vida.

Aunque la existencia de carismas ayuda eficazmente el objetivo de unir o acercar la divinidad y la humanidad de cada uno de nosotros, esta ventaja se vuelve en nuestra contra en más e una ocasión. Esto se hace patente cuando se propone un camino como la única forma válida de acceso a Dios.

El desarrollo de la teología es una evidencia de la necesidad de acercarnos a Dios también con el intelecto. La imbricación de Fe y conocimiento no es ni mucho menos un camino de invención moderna Al igual que los demás, se desarrolló desde los primeros siglos. El cristianismo puede englobar ciencia y razón sin perder un ápice de profundidad y trascendencia.

La escuela de Alejandría fue una de las pioneras en este camino y en ella florecieron un número importante de Padres de la Iglesia. Uno de estos Padres, Clemente de Alejandría, nacido en Atenas allá por el año 150 dC, fue uno sus mayores exponentes. Clemente fue sucesor de Panteno en la dirección de la escuela catequética alejandrina (Didaskalion). La escuela alejandrina formó a eminentes teólogos, muchos de ellos considerados Padres de la Iglesia. Podríamos citar, aparte de Clemente, a Orígenes, San Dionisio de Alejandría, San Gregorio Taumaturgo o San Metodio de Olimpo, entre muchos otros.

Hoy comparto con vosotros en breve texto de Clemente, que muestra con claridad la necesidad de ir más allá de la Fe a encontrarnos con el conocimiento*:

Por ello, [el conocimiento*] traslada al hombre hacia el parentesco divino y santo del alma y mediante una luz característica suya, cruza los progresos místicos hasta que se restablezca en el lugar supremo del descanso, después de haber enseñado al limpio de corazón a contemplar a Dios cara a cara científicamente y con el don de la comprensión. De alguna manera ahí reside la perfección del alma dotada de conocimiento, que habiendo superado toda purificación y servicio aparece con el Señor, donde se encuentra colocada inmediatamente después. Ciertamente la Fe es un conocimiento* compendiado, por así decirlo, de las verdades perentorias, y el conocimiento es la demostración firme y segura de lo recibido mediante la Fe, pues está edificado sobre la Fe por la enseñanza del Señor y conduce a la certeza inquebrantable, a una comprensión adecuada acompañada de ciencia. A mí me parece que la primera transformación salvífica es la de los paganos hacia la Fe, como ya he afirmado; en cambio la segunda transformación es la de la Fe al conocimiento*. No obstante, cuando ésta [última] se resuelve en amor, inmediatamente constituye entre el que conoce y el que es conocido, las relaciones de un amigo con otro. (Stromata VII, 57,1-4)

Al igual que los otros caminos, el conocimiento es mística que permite acercarse al misterio cristiano de forma especialmente relevante. Este acercamiento permite acceder a la trascendencia implícita a todo lo creado y a nuestra propia trascendencia, como buscadores de la comprensión de la revelación de Dios.

Fijémonos que Clemente lo indica claramente en la última frase del texto: “No obstante, cuando ésta [última] se resuelve en amor, inmediatamente constituye entre el que conoce y el que es conocido, las relaciones de un amigo con otro”. Cuando uno conoce a Dios, entonces puede amarlo como amigo a Quien debe todo. Leyéndolo nos acordamos del siguiente pasaje evangélico:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» (Mt 22, 36)

Cristo nos da una pista adicional… no nos olvidemos de nuestro prójimo en el camino del amor, ya que dejaría de ser el verdadero camino. De igual forma no debemos olvidemos del amor a Dios… ya que perderíamos el norte rápidamente.


[*] Sobre la palabra conocimiento (gnosis) es necesario hacer un comentario adicional. El sentido del conocimiento que utiliza Clemente transciende el mero saber científico, conocer natural o espontáneo. Sería más ajustado entenderlo como la sabiduría que permite unir lo profano y lo sagrado en un todo coherente y trascendente. Dicho esto, también es importante no confundir el conocimiento, tal como lo entiende Clemente, con la diversidad de doctrinas y herejías gnósticistas

lunes, 2 de noviembre de 2009

Ten misericodia Señor..

Hoy celebramos la festividad de los fieles difuntos, por lo que debemos recordar, honrar y rezar por nuestros familiares, amigos y conocidos que han dejado la vida terrena, para entrar en el Reino que Dios ha establecido para recogernos tras la muerte.

-oOo-

Dios misericordioso, que nos perdonas y
quieres la salvación de todos los hombres,
imploramos tu clemencia para que, por la intercesión
de María Santísima y de todos los santos,
concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes,
amigos y conocidos, que han salido de este mundo, la gracia de llegar a la
reunión de la eterna felicidad.

Te ruego también por todos aquellos a los que nadie recuerda
y necesitan de tu misericordia.

Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio;
vengo a depositar en tu Corazón Inmaculado una
oración en favor de las almas benditas que sufren en el lugar de expiación.
Dígnate escucharla, clementísima Señora,
si es ésta tu voluntad y la de tu misericordioso Hijo.
Amén.

-oOo-

Algunas personas objetan la visión del sufrimiento que el infierno y el purgatorio conllevan. Pero si meditamos en el sentido simbólico de las imágenes que se nos dan de estos estados de purificación, nos daremos cuenta de lo certeras que son.

El fuego es símbolo de purificación y de transformación. Con el fuego se templa el hierro para convertirlo en acero. Con el fuego se destila la esencia de aceites, líquidos y perfumes. Con el fuego se purifican minerales y metales.

El sufrimiento es consecuente a la transformación, ya que se muere al estado previo y se nace al nuevo estado. Sufrimiento no es inútil y sinsentido cuando se convierte en sacrificio. Es decir, medio de sacralizarse, medio de acercarnos a Dios.

Por ello rogamos a Dios para que ayude a que nuestros seres queridos transformarse para formar parte de la muchedumbre de 144.000 vestidos de blanco.
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