domingo, 25 de octubre de 2009

¿Qué es la Iglesia?

Según el catecismo: “Con el término «Iglesia» se designa al pueblo que Dios convoca y reúne desde todos los confines de la tierra, para constituir la asamblea de todos aquellos que, por la Fe y el Bautismo, han sido hechos hijos de Dios, miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo.”

Ayer sábado, en una comida familiar tuve una breve conversación en la que, tras comentar la película Ágora y el camino de comunión con el anglicanismo, llegamos a plantearnos esta pregunta. Respondí que yo entendía la Iglesia como la asamblea de quienes creen en Cristo y mi interlocutora me dijo con un nada disimulado desdén… que lo que enunciaba era pura teoría… ella la entendía como una estructura jerárquica llena de intereses y prejuicios. Preferimos no continuar con el diálogo, ya que era evidente que no llegaríamos a nada coherente.

Tras volver a casa leí en un blog (al que soy asiduo) cómo alguien se pregunta si hay un lugar para él en la Iglesia. Tras diversos razonamientos basados en vivencias personales, concluía que para él es imposible encontrar este lugar. Al mismo tiempo que se sorprendía de que hubiera personas que entendían la espiritualidad como él y se sintieran plenamente integrados en la Iglesia.

El tema de la Iglesia despierta algo en nosotros que nos hace darnos cuenta lo diferentemente que entendemos la realidad que nos rodea.

Si definimos qué es un perro,… una persona puede decir: un adorable animal, lleno de amor y cariño por nosotros. Pero otra persona podría decir: es un saco de pulgas, insoportable y absolutamente inservible.

¿Qué nos comunican estas dos definiciones? Nos comunican lo que cada cual siente ante un perro, independientemente de que seamos capaces de diferenciar un perro de un gato. Cuando definimos algo solemos pasar por alto que decimos más de nosotros que de lo definido.

Algunas personas se sienten a disgusto dentro de la Iglesia, ya su vivencia no es la que desearían. Otras se sienten felices debido a que la viven con plenitud y comunión. ¿Qué podemos hacer entonces? ¿Qué es la Iglesia?

Para romper esta aparente contradicción es necesario darnos cuenta de que la Iglesia no es algo externo a nosotros. No es algo desafecto a nuestra vida... puesto que si participo de la Fe en Cristo, ya soy Iglesia y la Iglesia me incumbe (lo quiera o no). Mi actitud y dinamismo personal condicionan la vida eclesial-comunitaria de manera decisiva. Además, normalmente recibo de la comunidad lo que yo a su vez comunico a la misma comunidad. Recibo cercanía si doy cercanía. Recibo ruptura si a su vez yo comunico ruptura.

Sé que es imposible convencer a quien entiende a un perro como un ser despreciable, de que es algo más que un saco de pulgas. Tendrá que ser su vivencia personal la que le lleve a ver a ese animal como algo más allá percepción.

Cuando las experiencias personales sobre el mismo hecho son contrarias unas a otras, la comunicación es imposible. De igual forma sé que no es posible convencer a quien ve a la Iglesia como un entramado jerárquico y lleno de normas irracionales, de que es algo lleno de vitalidad y dinamismo que se conforma a partir de cada uno de nosotros.

Si fuéramos conscientes de que nuestra presencia en su seno permite compartir determinados aspectos, que nuestra lejanía y desprecio hacen imposible… seguramente nos daríamos cuenta de qué es realmente la Iglesia. Todos somos necesarios dentro de ella mientras trabajemos en el sentido de la unidad. Esta unidad es la que nos religa con Dios de forma comunitaria. Recordemos que Cristo está entre nosotros cuando dos o más nos reunimos en su nombre. (Mt 18,20)

La Iglesia no podrá ser nunca mi iglesia… solo puede ser nuestra Iglesia. Aceptarla por encima de nuestros gustos y enfoques personales no es fácil. Hay que entenderla como algo sobrenatural que está sobre nosotros mismos y que aunque esté compuesta por personas imperfectas con comportamientos imperfectos… es capaz de obrar conjuntamente de forma perfecta.

Habrá quien se ría ante tamaña ingenuidad enunciada… pero para mi, los perros son seres adorables.

4 comentarios:

Maricruz dijo...

Mise, esta entrada está fenomenal, no solo porque como siempre, me permites darme cuenta de algunos de mis errores de aproximación con mis hermanos, sino porque dejas ver de ti más de lo que te imaginas y eso me llena de regocijo.
Muchas gracias, querido amigo, voy a compartir esto en el facebook si me lo permites.
Un abrazo.

Miserere mei Domine dijo...

Permitido... es un honor, Totús :)
Gracias.

Anónimo dijo...

Querido Miserere, estoy contigo y además en una aportación de hace pocos dias en un blog del que somos asiduos -tú y yo- yo definí justo esa posición de la que en tu aportación tratas... Si, hermano, es Buscar y actualizar esa UNIDAD...si uno se aparta, los demás no van a venir tras tuyo a convencerte... debe ser cada uno el que con su cercanía -la que CRISTO enseñó con su amor y compasión, su solidaridad con pecadores-as, pobres, sencillos...- vaya más allá de la estructura jerárquica, más allá de la spersonas con formación estrictamente parroquial, más allá de los curas que no responden a nuestras expectativas de sabiduría y realización...más allá de iglesias oscuras y faltas de claridad ... mas ALLA...EN ÉL...EN CRISTO... Con quien debemos neutralizar todas esas aparentes diferencias...y ver en neustros hermanos de toda condición SU ROSTRO...SU PRESENCIA CRISTICA INTERIOR...

No juzguemos, pues cada cual estmos llenos de límites y defectos...y procuremos esa unidad, esa cercanía con ancianos-as...niños inmigrantes, gente pobre y débil, gente maltratada... y aunque ta sólo sea en nuestro corazón...hagámosles un gran hueco...para poder AMAR recordando como CRISTO AMÓ...COMO CRSITO NOS AMA...COMO NOS AMA DIOS.

Mi abrazo genuino...Miserere.

Carmen

Miserere mei Domine dijo...

Hola Carmen.

Es difícil tirarse a la piscina cuando uno lleva traje y encima no prueba el agua hace años. :)... Pero todo se anda y tarde o temprano se llega a la convicción que solos no vamos a ningún sitio. La Iglesia es la casa común y no importa que uno sean más y otros menos, uno más cerrados otros más abiertos. Todos somos piezas del inmenso puzzle de la creación. Si falta una pieza... el puzzle no se completa.

Gracias por tus palabras :)

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