lunes, 10 de agosto de 2009

Si los tiempos cambian… ¿Por qué la tradición debe permanecer inmutable?


No es raro escuchar esta pregunta referida a todos y cada uno de los aspectos de la vida cristiana. Los tiempos cambian… ¿Por qué la música no debe cambiar en nuestras iglesias? ¿Por qué las ceremonias deben permanecer inmutables? ¿Por qué el arte sagrado debe seguir siendo igual que hace 15 siglos? ¿Por qué nuestra moral debe ser la misma que hace 30 años?... así hasta el infinito.

Lo primero que se debería hacer es delimitar de lo que estamos hablando. Los tiempos cambian… cierto. Cambian continuamente desde que el ser humano apareció, como tal, sobre la tierra. La sociedad humana se comporta como un fluido hirviendo y en constante movimiento. Pero el universo a nuestro alrededor ha cambiado poco el los últimos 100.000 años. El universo se mueve de forma constante y siguiendo las leyes que le dan sentido. Detrás de cualquier suceso casual existen razones y leyes que hacen que las causas se conviertan en efectos. Pero… ¿De qué tiempo estamos hablando? Del tiempo humano o del tiempo no humano. Al decir que “los tiempos cambian” estamos hablando invariablemente del tiempo profano, del tiempo como una hermenéutica que permite a los seres humanos relacionarse con su cotidianidad. Lo profano cambia y además lo hace cada vez más rápido.

Pero el tiempo sagrado no cambia ya que es inmutable. Fue inmutable para un egipcio del siglo XV antes de Cristo, para un cristiano del siglo II y para un desconcertado habitante del Londres de nuestros días. Para todos ellos resultaba y resulta evidente que el tiempo profano no se ajustaba, ni se ajusta, al tiempo sagrado. El tiempo sagrado siempre ha parecido viejo e incomprensible para quien vive en la superficie del fluido en ebullición que conforma la sociedad.

Siempre las religiones han estado en desventaja a la hora de dar respuestas a lo que acontece minuto a minuto en nuestras vidas. Esto se debe a que las religiones se desarrollan en otro tiempo diferente. Es decir, utilizando una hermenéutica diferente para entender lo que nos rodea. No buscan controlar la realidad ni rehacerla a nuestro antojo. Tampoco necesitan de la inmediatez para explicar la profundidad de lo que somos. Las religiones buscan comprender lo inmutable que se esconde detrás de la apariencia de cambio continuo que nos rodea. La esencia de las religiones es el inmutable sentido que une todo y a todos.

Tomemos por ejemplo la música. No es la primera vez que alguien me dice con la vehemencia que conlleva lo evidente: 

-- ¿Cómo vas a atraer a la Iglesia a un adolescente bailón con el “Veni Creatur Spiritus” gregoriano? ¡"Los tiempos cambian” muchacho!, Debemos emplear cantos a base de ritmos modernos para que estos bailones se sientan en su casa. Los primeros cristianos lo hicieron así y así sucedió en todas la épocas.

Lo que evidencia este razonamiento es que mi interlocutor tiene una seria confusión de conceptos y objetivos.
A ver… tomemos a un despierto y mundano estudiante universitario del siglo XII (goliardillo para más señas). ¿Lo vemos en su salsa dentro de la Iglesia cantado y disfrutando con el “Veni Creator Spiritus”? Seguramente donde si sentiría inspirado sería cantando de taberna en taberna sus profanos y picantes cantos.

Tomemos un campesino que a duras penas entendía una de cada 4 palabras en latín. Tomemos a los primeros mercaderes preocupados por los problemas de cambio de moneda o los soldados que rumiaban una inminente guerra. ¿Cantar el “Veni Creator Spiritus” les divertía? Yo creo que no. Sus preocupaciones, gustos y diversiones estabn en otros sitios.

Si nos vamos a los primeros cantos cristianos, nunca nos encontraremos con canciones de moda preparadas para bailotear en medio de los oficios religiosos. Los cantos mozárabes o ambrosianos son evidentemente sagrados y alejados de los cantos populares con los que la gente se divertía de manera profana. La música sagrada guarda relación con el tiempo y el espacio sagrado donde se desarrolla, no con el factor divertido de su uso.

Nunca la música sagrada ha sido divertida ni ese ha sido su objetivo. La música o canto sagrado llena y da sentido a la liturgia confiriéndole un nivel de belleza superior al de las palabras dichas sin más. La belleza no es divertida, es sagrada, inmutable, paradigmática… llena de significado y penetra en el simbolismo inherente al cristianismo.

¿Qué sentido tiene traer a un adolescente bailón a una Liturgia llena de sacralidad desarrollada en un Templo antiguo, donde se cantan temas gregorianos o ambrosianos? Para mi , mientras el adolescente bailón no lo necesite, no tiene sentido obligarlo a vivir este tipo de vivencias.

¿Qué sentido tiene traer a una persona que busca acercarse a Dios y vivir esta unión sagrada, a una celebración llena de cantos, risas, bailes y aplausos? Tampoco tiene el más mínimo sentido. Cada nivel de vivencia de la Fe necesita de un lugar y un tiempo diferente donde y cuando desarrollarse.

Lo que nos podríamos preguntar es ¿Por qué en nuestras celebraciones católicas hemos olvidado este hecho? Intentamos mezclar pastoral, Liturgia, diversión y sacralidad en un mismo acto. Hemos convertido las celebraciones litúrgicas en celebraciones extrañas e inconexas. Hemos confundido los momentos de acceso a lo sagrado con los momentos de alegría comunitaria.

No deseo decir que esto sea malo o que no sea necesario hacerlo. Es bueno y estupendo reunirse a alabar a Dios y cantar felizmente lo que sentimos. Cantar, reírnos, aplaudir, bailar, etc… pero esto no es liturgia, no es sacralidad. Son celebraciones, más o menos profanas de nuestra Fe, que evidencian de la alegría que llevamos dentro por creer en Dios. Grande es el Señor y digno de alabarlo en todo momento.

Evidentemente el lugar para estas celebraciones no es un Templo. Los Templos resultan inadecuados e incómodos. Por eso nuestros Templos están desapareciendo convertidos en salas de reunión comunitaria. Ante la inutilidad de los antiguos templos para las celebraciones actuales, éstos se ceden o se venden a las administraciones públicas para que los utilicen como museos y sedes oficiales. Mientras, la arquitectura religiosa actual se acerca a la arquitectura multifuncional que nos llegó a partir de los años 70. Todo un contrasentido.

En este contexto la liturgia se banaliza y hasta estorba para el desenvolvimiento de las celebraciones actuales. Por eso en las misas actuales se intenta incrementar los tiempos para cantar, bailar, abrazarse y hasta aplaudir a quien dice algo ocurrente a la pregunta del sacerdote-entrevistador. Se canta el cumpleaños feliz o se baila en honor de quien toque ese día. Esto no son invenciones, son cosas que muchos católicos vivimos en las misas dominicales.

Es evidente que estas celebraciones festivas atraen a más personas que las viejas liturgias y que las canciones guitarreras divierten más que el canto gregoriano. El sacerdote ve que su feligresía crece y siente el éxito de su proceder. Es indudable que ofreciendo diversión e inmediatez, tendremos a más personas interesadas en recoger el Mensaje Cristiano que se explicita dentro de las ceremonias. Pero lo malo es que este éxito se logra profanando (hacer profano) la Liturgia y el Templo, reduciendo el Misterio cristiano a algo arcaico y casi olvidado en los libros. Una pieza de museo que carece de vida.

Este planteamiento hace que mucho de lo dicho por Cristo y transmitido por los Apóstoles, quede en segundo plano, sospechoso de ser algo imaginario e inservible para el ser humano actual. Fijémonos como se pasa de puntillas y corriendo en episodios como la transfiguración o los mismos milagros de Cristo.

Hoy he recibido por email, un escrito de un teólogo que defiende que la muerte de Cristo en la cruz fue algo accidental. Para algunos católicos hasta la cruz deja de tener sentido (1).


(1) La cruz no era necesaria. Luis Alemán Mur http://www.feadulta.com/aleman-23.htm

6 comentarios:

Maricruz dijo...

Y si le envío este tu artículo a mi párroco? Será que lo lee? Le importará lo que digamos? Bien, como sea, él ya está en mis oraciones, igual que el Papa y próximamente mi Obispo.
Gracias Mise, ha sido una alegría y solaz para mi espíritu hallarte en el ciberespacio.
Totús

Anónimo dijo...

Muy BIen , querido Hermano MISERERE...Estoy en todas contigo a lo referente al carisma de interiorización y elevación a la vez de las EUCARISTIAS, sin confundirlo con tanto perfil festivo...y folclórico.
Para ese ENCUENTRO la música debe ayudar a ELLO... especialmente en esa CELEBRACIÓN MAXIMA DE UNION CON CRISTO, EN EL TEMPLO.

Debe ser que yo sintonizo con ese aspecto de profundidad vivida y esa EXPERIENCIA a la que la música Sacra, Cantos Gregorianos, etc... te ayudan en un ambiente de profunda PAZ, HARMONIA y SACRALIDAD.

Referente al último comentario de la MUERTE DE JESUS... sin comentarios -valga la redundancia- . Se puede ser CRISTIANO -CREER Y SEGUIR A CRISTO- opinando ese despropósito....ignorando TODO EL SAGRADO SIGNIFICADO DE SU MUERTE, REDENCION, RESURRECCION...

Me da hasta miedo -por decir algo suave- esos cristianos tan modernos que explican la BIBLIA Y EL EVANGELIO a su modo... siento verguenza, pena y un encogimiento de estómago ante tales opiniones...con todos mis respetos, pero también con mi falta de estar de acuerdo con tales Barbaridades. Enfin... para todos los gustos.

UN ABRAZO...Y FELIZ VERANO BAJO LA CALIDA LUZ DE SU MIRADA, QUERIDO MISERERE.

Carmen
concienciaprimordial.blogspot.com

Gabriel Caldirola dijo...

Un post muy interesante. Sin dudas la profanación de la Liturgia no es una alternativa viable (y tal como nos mostrás, el malentendido que puede surgir de querer actualizar a Cristo -cuando Cristo se actualiza cada instante- resulta así), pero creo que, si bien no es valiosa la profanación de lo sagrado, sí tiene gran valor la sacralización de lo profano, la irrupción de lo sagrado en lo profano. De eso resulta que reemplazar los cantos gregorianos por canciones de rock sea penoso, y que, al mismo tiempo, sean muy felices los momentos en que podemos percibir en lo profano la presencia de lo sagrado. Personalmente, experimento con la música sacra el salto hacia el misterio, y con la música 'profana' una especie de 'abajamiento crístico'. En el primer caso, la música es una escalera para subir más allá. En el segundo, el Espíritu baja por esa misma escalera más acá.

Gracias por el post, un abrazo fraternal.

Mitte dijo...

Querido Miserere.

Me siento muy en sintonía en lo que dices acerca de la necesidad de que la tradición pemanezca inmutable, y de por qué.

Por otra parte, no estoy segura de haber entendido bien alguna cosa. No sé si dices que para Luís Alemán la cruz no tiene sentido. Tras leer su artículo, yo no llego a esta misma conclusión, aunque sí creo que utiliza un lenguaje radical, posiblemente con la intención de estimular la atención, que me parece que tiene como contrapartida sonar demasiado simple, y en cierto modo oponer el amor a la consciencia, y a la entrega voluntaria desde la consciencia.

En este sentido, si lo he entendido o te he entendido mal, me gustaría mucho escuchar tu parecer más extensamente.

Vistas las reacciones emocionales ante el artículo de Luís Alemán, me reafirmo en la importancia de ocuparnos de las vigas de nuestros ojos para mejorar el mundo y volvernos mejores cristianos. No es fácil.

Un abrazo.

Miserere mei Domine dijo...

Gabo, :)

No puedo negar que es atractivo eso de sacralizar lo profano. Aunque es cierto es que podemos festejar, cantar y bailar nuestra alegría por tener Fe,... lo sagrado pertenece a un orden diferente a este tipo de festejos... que me parecen estupendos y necesarios. Que quede claro :-)))

Gracias por escribir ;)

Miserere mei Domine dijo...

Gracias por tu comentario Mitte :)

Cuando escribía esta respuesta me di cuenta que había llenado casi dos páginas,O_O ... ya que hay muchos aspectos que tratar sobre la aproximación que hace Alemán al misterio de la cruz.

He salvado la respuesta para retocarla y publicarla como una entrada nueva en el futuro. :)

Resumiendo mucho, creo que primero deberíamos leer el relato de las tentaciones de Cristo y ve como en ellas se ve claramente el mensaje del sufrimiento como algo absurdo o fruto de la maldad. Es decir, el sufrimiento se presenta como algo irracional ligado a nuestros errores y el demonio ofrece una alternativa light y maravillosa a cambio. La realidad nos demuestra que esto el sufrimiento no está ligado de forma completa a nuestros errores.

También deberíamos echar un vistazo a todo el sustrato profético que sustenta la necesidad de la pasión de Cristo tal como ocurrió. El sustrato profético cimienta la necesidad de la cruz y le dan sentido.

Deberíamos darnos cuenta que sin la pasión hubiéramos perdido consecuencias directas como la resurrección y todo lo que conlleva.

Para mi la cruz está ligada a Cristo inseparablemente y no por nuestra maldad... sinó porque nos enseña el sentido del sufrimiento. Morir para resucitar. Perder para vencer. Ser el último para ganar el primer puesto. Las bienaventuranzas serían incompresibles sin el potencial transformador del sufrimiento.

Soy consciente que la sociedad donde vivimos nos enseñan a huir del sufrimiento y no a utilizarlo como herramienta cambio. Por eso Alemán no termina de comprender que victoria y sufrimiento son inseparables.

Cuando perfile al entrada la publico con más detalles. Espero que estas cuatro líneas te sirvan para ver por donde van los tiros.

Mil bendiciones :)

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